Crisis sanitaria haitiana

Crisis sanitaria haitiana

Aquellos polvos trajeron estos lodos, así reza el viejo refrán castizo y nada más apropiado para empezar analizando la calamitosa situación sanitaria por la que ahora atraviesa la otrora más rica colonia francesa y hoy la empobrecida nación haitiana.

Muy preocupantes resultan los informes que emanan de organismos internacionales tan serios como la Organización Panamericana de la Salud. En uno de sus últimos boletines de finales de marzo de 2004 se habla de las penurias que está pasando los habitantes de la tierra de Petion y Dessalines. Se habla de escasez de vacunas para la inmunización de niños, falta de medicamentos para combatir los extendidos males epidémicos del SIDA y de la tuberculosis.

Los niños se están muriendo por infecciones perinatales, intestinales, pulmonares y desnutrición, evidencia clara de un sistema de salud en quiebra. Las atenciones primarias en esa hermana y vecina república caribeña descansan en los hombros de cierta ayuda solidaria internacional de unos pocos países condolidos por la hecatombe allí presente. El virus de la inmunodeficiencia humana conjuntamente con el Mycobacterium tuberculosis, la malaria y las complicaciones del embarazo están tronchando la vida de un alto número de mujeres de edad fértil comprendida entre los 15 y 49 años. La mortalidad materna es la peor de todo el hemisferio occidental.

La afamada revista médica semanaria, The New England Journal of Medicine, en su número correspondiente al 8 de abril 2004, nos trae un reportaje proveniente de la Clinique Bon Sauveur, Cange, Haiti; Harvard Medical School, Boston; y de la División de Medicina Social del Hospital Brigham and Women’s Hospital, Boston. En dicho escrito se narran unos hechos de la realidad que vive el pueblo haitiano en materia de salud que a uno le resultan escalofriantes. Se habla de lo pírrica que resulta la asistencia externa en comparación con lo que son sus requerimientos urgentes. Se habla de la inseguridad ciudadana tanto del personal sanitario como de la población en general.

El progresivo empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo haitiano hay que buscarla en la obsesión de pequeños, pero poderosos grupos de Poder, los que en combinación con fuerzas extranjeras, han impedido que esa desafortunada nación encuentre su verdadero camino hacia una democracia participativa. Militares golpistas, gobiernos extranjeros interventores, grupos armados de delincuentes, contrabandistas, mafiosos y narcotraficantes han hecho de la patria de Toussaint Louverture un infierno de nación.

La insistencia de un gobernante por adecuar una constitución a la medida de sus ambiciones y el intento de perpetuarse en el Poder, acompañado de un pueblo que solamente ve una galopante miseria que le arropa de la cabeza a los pies, sumado a un vecino Estado cuyo presidente ha facilitado las operaciones de los peores hampones y enemigos de Haití, son los ingredientes del plato amargo de la salud que ahora apuran los haitianos.

Para algunos miopes de la política criolla el espantoso cuadro sanitario al oeste de la República quizás no represente peligro alguno. Sin embargo, lo realmente cierto es que sí es una gran amenaza para la salud de todos y cada uno de los dominicanos. Los agentes infecciosos y sus vectores no respetan nacionalidades, por lo que el enjambre de mosquitos portadores de malaria, dengue y filaria traspasa nuestras fronteras sin mostrar pasaporte ni obtener el visado correspondiente. Los jornaleros infectados con el virus del SIDA y el bacilo de Koch son fuentes potenciales de diseminación de estas dos terribles enfermedades.

Las trampas desde las altas esferas del Estado y las triquiñuelas por eternizarse en el mismo son los generadores de inestabilidad política lo cual es sinónimo de ingobernabilidad. Ella a su vez es la responsable de la ausencia de un proyecto sanitario con una cartera responsable para su ejecución. Los graves males haitianos en el campo de la salud repercuten de manera fuerte e inmediata en el territorio oriental adyacente y de esto no parece darse cuenta el actual gobierno perredeísta pepehachista. Esto lo afirmamos por cuanto los indicadores apuntan a que el gobierno dominicano más que ayudar ha contribuido a desestabilizar la incipiente democracia afroantillana.

Por suerte para los dominicanos y haitianos ya empezamos el conteo regresivo de la presente gestión gubernativa en Santo Domingo. A partir del 16 de agosto de 2004 otro será el estilo de nuestras relaciones internacionales para beneficio de ambas naciones.

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