Crisis urbana y territorial en SD

Crisis urbana y territorial en SD

AMPARO CHANTADA
Santo Domingo, por su falta de planificación y su consecuencia, una extensión desmedida hacia los bordes, fue dividida en dos provincias. Eso no interrumpe, la urbanización de la periferia urbana en detrimento de las tierras agrícolas del CEA, no salvo el Cinturón Verde, al contrario, no resolvió las necesidades de servicios y de infraestructuras de las poblaciones. Al contrario, se puso de manifiesto, la ausencia de un contrapeso del Estado en la planificación urbana y la imposibilidad de inclusión de la ciudadanía.

Una fe ciega en la capacidad del mercado para equilibrar adecuadamente territorios, población y producción impulso a la división del ex Distrito Nacional, a la flexibilización del control sobre el uso planificado de los suelos, el resultado hoy, es, además de la estratificación social vertical de cada sociedad, una insinuosa y peligrosa estratificación socio espacial horizontal, que genera ingobernabilidad e inseguridad.

Los cinco municipios sufren de déficit de espacios públicos, déficit de vertederos bien administrados, falta de plantas de tratamiento de aguas servidas y de un sistema vial, absolutamente inoperante ya que todos los proyectos de modernización, han seguido una lógica de la ingeniería vial, sin tomar en cuenta que las comunicaciones y el transporte son problemas eminentemente sociales: el resultado es que la inoperancia crea la necesidad: un metro es necesario.

La sociedad dominicana no tiene centros de investigación, porque no tiene ningún sentido de la planificación, ni organismo que planifique realmente. Sin embargo, es obvio que nuestra sociedad viene cambiando desde los años 90, social y culturalmente no estamos frente a la sociedad y a la ciudad, que tanto anhela Miguelito Mena desde Berlín. La distancia y la vida moderna de Berlín, facilitan la nostalgia por un tipo de sociedad que ha desaparecido. El buen dominicano de ayer, la pequeña ciudad de Santo Domingo han dado paso a una ciudad absolutamente impersonal, donde los individuos han visto desaparecer sus hitos o sus referencias personales, estos que funcionaban como barandillas mentales. Si no vemos héroes de la humildad y la honestidad, ejemplos de honor, compromiso y de integridad, en nuestra cotidianidad, no pedimos comportarnos como tal, esa es la idea. La juventud, la población en general, han perdido esas referencias, por esos motivos, en nuestra Ciudad de Santo Domingo, partida en cinco municipios, cruces, tratamos de avenidas, esquinas, rincones sin ningún atractivo arquitectónico ni estético, se han convertido en los nuevos espacios referenciales. Son los nuevos hitos urbanos.

Que la sociedad dominicana haya cambiado, nadie lo duda. Varios fenómenos sociales se combinan, desde la emigración hacia los Estados Unidos hasta la inmigración forzada hecha por esos individuos indeseados por esa Nación, que fabrica adeptos e inadaptados según sus necesidades. La gran mayoría trata de adaptarse y como toda población de emigrantes, se diluye y se inserta en los espacios que se les permite.

La sociedad dominicana ha cambiado por ese factor de inserción económica que provoca selección y filtros, por donde pasan, los que pueden prepararse y formarse. Ahí también, existen unas reglas: se hizo creer que con educación y formación, todo se resolvía. Falso, nada más falso, la educación no resuelve todo, sociedad y educación forman un binomio que domina el sistema productivo. Como existen más ejemplos de éxitos o de nombramiento, debido al poco esfuerzo o a las relaciones primarias, quedo de manifiesto que la educación y la cultura no son suficientes para un ciudadano feliz y exitoso.

Porque existen hoy, nuevas formas de delincuencia, porque nuestra sociedad tiene más flujos de rechazo, de marginación y de exclusión que de integración. Nadie debe sorprenderse de que la ciudad de Santo Domingo haya cambiado tanto, la sociedad dominicana y la juventud en particular, funcionan con una lógica y unos resortes, que vienen fabricándose desde el advenimiento de la democracia. La fuerza del discurso igualitario no ha sido convincente porque no ha producido cambios, ni ofrecido modelos, ni ha promovido ningún caso individual excepcional. Al contrario, exhibimos y resaltamos, casos aberrantes y alucinantes como modelos. No hay de extrañar, que algunos por falta de barandillas sociales, se hayan desviado y nos asusten. Esos casos aberrantes e insólitos de delincuencia, no son más que frutos de una cosecha que nosotros mismos vinimos sembrando desde hace varias décadas. La ciudad de Santo Domingo nos los devuelve.

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