Crisis y cultura

Crisis y cultura

POR VÍCTOR VGULÍAS
La cultura es, sin lugar a dudas, uno de los renglones de la vida nacional más afectados con la actual crisis económica y energética que vive el país. En efecto, con el deterioro del poder adquisitivo de la moneda, resulta cuesta arriba alimentar el intelecto y dar solaz al espíritu.

Si vamos a una librería, vemos alarmados los precios prohibitivos de las obras. Son pocos, hoy por hoy, los que pueden pagar mil quinientos y dos mil pesos por un libro importado, lo cual no es responsabilidad de las librerías, sino por los elevados niveles de la prima del dólar y los impuestos que, de una u otra forma, tienen que liquidar.

Veamos el cine, el maravilloso séptimo arte se aleja de nuestras posibilidades por la inseguridad en las calles, los precios de la taquilla y de los refrigerios y la insoportable crisis energética, los costos del transporte para quienes andan a pie y de los combustibles, para quienes poseen un vehículo.

Si analizamos la música, que se define con razón como el alma de los pueblos, me pregunto qué segmento poblacional tiene acceso a ella pagando por un Disco Compacto entre setecientos y mil doscientos pesos, dependiendo del artista. Esa realidad hace proliferar el negocio de la piratería, a pesar de los loables esfuerzos de las autoridades para combatirla.

La visita a museos, centros de artes y lugares históricos, presenta la misma agravante: altos precios por las entradas, peligrosidad en las noches oscuras, las denuncias de hongos y bacterias en algunos museos públicos y el desinterés general que se va apoderando de la juventud hacia esas instituciones culturales.

Crisis y cultura marchan por senderos comunes, pues mientras la primera se acentúa, la segunda se deprime, cae, decae, languidece y sume nuestra sociedad en las sombras de la ignorancia, del analfabetismo, de la incultura. Sino, pensemos en la escolaridad pública, con tantas precariedades, con tantas carencias, nuestros niños y adolescentes reciben cada vez más deficiente enseñanza.

Las universidades, con luminosas excepciones, padecen también los rigores de la crisis: deterioro moral, ausentismo masivo por los altos costos que implica ir a sus aulas a obtener una profesión, la baja en la calidad de muchos profesores y el entorno, afectan la cultura pues son miles los jóvenes que, frustrados por el desempleo y la crisis, abandonan las aulas.

Los espectáculos públicos también son expresiones de la cultura que sufren por la actual crisis del país. Pocos pueden darse el lujo de ir a disfrutar de la presentación de un buen artista, contratarlos es difícil, pues los pagos a los extranjeros son en dólares, y las demás circunstancias antes mencionadas, dificultan la asistencia masiva.

No obstante todas esas duras realiades, mantenemos viva la fe en que, una vez superada la actual crisis o atenuada su rigurosidad, resplandecerá la cultura, bajarán los costos, podremos leer bunenas obras, comprar los CD de nuestros buenos artistas, recrearnos, presenciar obras, salir, aprender, viajar (los viajes son mangíficos vehículo cultural  y están sumamente difíciles y caros), en fin, esperamos un renacer cultural como lo merece nuestro pueblo dominicano.

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