Cristianismo versus capitalismo

Cristianismo versus capitalismo

HAMLET HERMANN
A raíz del ensayo que publicara unos días atrás sobre la situación actual de Cuba, recibí opiniones diversas al respecto. Una de las que más llamó la atención provino de un querido amigo que disentía de mis opiniones.

Básicamente decía que: 1- la historia se está «llevando por delante» a la Revolución cubana; 2- en la Cuba de hoy hay que robarle al Estado para estar vivo; 3- es falso de toda falsedad que modificando las relaciones de producción pudiera surgir un «hombre nuevo»; 4- le reconoce muchísimo carisma a Fidel Castro al tiempo que le endilga muchísimo terror de Estado; 5- niega que el pueblo cubano pudiera defender en un futuro las conquistas sociales, de salud yde educación que la Revolución ha alcanzado; y 6- rechaza que la economía cubana haya tenido un crecimiento anual de 12.8% alguna vez..

Dada la profunda convicción católica del querido amigo, me puse entonces a pensar en la terrible contradicción en la que debe vivir aquel que admite a Jesucristo como su guía y, al mismo tiempo, esté conforme con el sistema político dominicano, negador casi absoluto de la verdadera doctrina cristiana. Comprendí que, para su análisis, el amigo se estaba mirando en el espejo dominicano. Medía las reacciones de Cuba y de los cubanos en función de las que le supone a los dominicanos en República Dominicana al tiempo que apenas cuenta con las informaciones que CNN, FOX, AP, REUTER, AFP, etc. nos dejan saber sobre aquel proceso revolucionario.

Acostumbro a no discutir con los amigos de verdad. La amistad es algo demasiado valioso para estar desperdiciándola. No obstante, hay conceptos de orden ético que deben quedar claros, más cuando él cree en un Dios al cual considera justo y omnipotente.

Lo que hace más inhumana a la pobreza no es sólo la ausencia de bienes materiales sino, sobre todo, la imagen negativa que los pobres llegan a tener de sí mismos. En nuestra sociedad los sectores dominantes han producido y cultivado una imagen tan negativa de los pobres que éstos han acabado por aceptarla como válida. En países como el nuestro el pobre termina por considerarse un ser despreciable. En la Cuba revolucionaria ha sido diferente: la escasez ha sido repartida con dignidad. Aquí por el contrario, las abundancias han ido a parar a manos de banqueros, políticos, obispos, traficantes y contrabandistas mientras la pobreza crece indetenible. Gran parte del pueblo dominicano ni siquiera disfruta del  extraño privilegio de ser explotado por los sectores dominantes. Más bien los pobres están completamente excluidos de los circuitos del capitalismo atrasado y tardío al que nos han tenido sometidos desde siempre.

Conformarse con regímenes que hacen crecer la pobreza  mientras pequeños grupos se enriquecen sin límites tiene que ser cosa del diablo, no de los seguidores de Jesús.

Ningún cristiano debía fomentar la unión adúltera de la jerarquía con el capital y con todos los gobiernos que hemos tenido, no importa cuál este sea. Los que toman bien en serio la fe cristiana, debían encaminarse hacia la solidaridad, no hacia el individualismo que genera incontables víctimas con la miseria. Jesús guardaba las distancias en relación con las leyes de los gobiernos. Si ayudaban al ser humano y si aumentaban o hacían posible el amor, las aceptaba. Si, por el contrario, legitimaban la esclavitud, las rechazaba y exigía su eliminación. Lo que salva a los pueblos no es la ley ni los gobiernos, sino el amor y la solidaridad. Así entiendo el pensamiento ético de aquel que crucificaron por no asimilarse al poder imperial sino que, por el contrario, lo combatía.

Admito con todo respeto que el querido amigo disienta de mis criterios en relación con Cuba. No obstante, me siento en el deber y la obligación de pedirle que no justifique un sistema injusto como el nuestro que, intencionadamente, crea y cultiva la pobreza. Sólo con que Cuba haya creado nuevas vacunas y disminuido el índice de mortalidad infantil hasta los niveles más bajos del mundo, menor aún que el de Estados Unidos, se coloca en la posición de haber salvado tantas vidas humanas como las que en total viven en muchos países del continente americano. Y con eso debía servirnos para pensar diferente de un pueblo que ha logrado

esto a pesar de haber estado agredido por la nación más poderosa del mundo. No obstante, Cuba ha sido capaz de sobrevivir y crecer en sectores de la economía y de la sociedad hasta donde nunca ha llegado República Dominicana con la mentada democracia que nos gastamos y a pesar del sacrificio patriótico de los buenos y verdaderos dominicanos.

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