Cristianismo y democracia

Cristianismo y democracia

Nada más cristiano que la democracia: Igualdad, hermandad, justicia, derecho ajeno, respeto y amor al prójimo, responsabilidad social, cuidado de los extranjeros, las viudas, los huérfanos y los pobres.

Jacques Maritain y otros pensadores importantes establecieron las bases para un tipo de gobierno demócrata cristiano.

Por su asociación a partidos y movimientos políticos que no siempre dieron la talla, y a veces fueron meras caricaturas de la filosofía cristiana de la sociedad, pasaron al olvido, y los social cristianos al destierro intelectual político.

Pero muy anteriormente, de donde si no, sacaron aquellos principios, base de su democracia, los fundadores de los Estados Unidos de América. Y mucho antes que ellos, los creadores de la democracia parlamentaria inglesa… Y los grandes líderes de la Revolución Francesa.

Pero fue precisamente en esta isla en donde se iniciaron las proclamaciones de la liberación de los esclavos y la declaración de los derechos de gentes, de los indios. Los derechos humanos resultaron de la rebelión de los indios y los esclavos; y de los enfrentamientos de los sacerdotes católicos contra la casta oligárquica durante la colonización.

A diferencia de otras religiones, el cristianismo postula como principio supremo el amor, el respeto y el cuidado de los otros.

La libertad, en cambio, no es propiamente un valor en sí misma, sino un valor intermedio o instrumental. Puesto que se trata de una condición para la autorealización del ser humano y de la colectividad toda.

La libertad no es ni debe ser para auto destrucción, ni mucho menos para minar las bases morales y espirituales de la colectividad. Se trata de un medio para el crecimiento espiritual y material, para la liberación y el ejercicio de los derechos y deberes del ser humano.

Ser constitucionalmente libre es solamente la parte pasiva del teorema. Lo importante es lo que podemos llegar a ser con dicha condición.

Se trata, dicho “en cristiano”, de desarrollar el potencial que Dios pone en cada ser humano. Ser libre física, económica y socialmente es tan solo el punto de partida para luego encontrarnos a nosotros mismos, con la libertad psicológica, emocional y espiritual, y darles sentido y propósito a nuestras vidas.

El ser humano tiene una potencialidad “multi-versa”, pero un fin unívoco. Podemos llegar a ser muchas cosas… y cualquier cosa. Solemos ser pobres caricaturas de lo que podemos llegar a ser. La tarea es “enactuar” la versión victoriosa del clásico dilema de “to be or not to be”; la persecución del ideal, y la ruptura con la mediocridad; y, como decía Ingenieros: No tener complicidad con el pasado.

La consigna de los Trinitarios: Dios, Patria y Libertad; su compromiso contra toda opresión racial o clasista; parten del concepto cristiano de prójimo. Cuyo desarrollo se funda en la familia, célula social básica, con todas las prerrogativas de provisión, salud, educación. De identidad y pertenencia a través de la familia.

Este es el camino a la verdadera liberación; no así el de los hippies, la droga, el alcohol y el libertinaje sexual.

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