Hagan suyas las necesidades del pueblo santo. Romanos 12: 13
El egoísmo que demostramos ante los demás es muy obvio. Pensamos en nosotros mismos sin considerar la necesidad del otro y sin ponernos en su lugar. Vivimos para nosotros sin pensar en los demás. El amor de Cristo no está manifestándose en nosotros. Porque Su amor es dar sin condición y sin esperar nada a cambio; es despojarse de lo que se posee para dárselo al otro.
Un buen padre se abstiene de todo para hacer sentir feliz a los suyos antes que él. Sin embargo, hay padres que no dan importancia a lo que pueda sentir o pensar su hijo.
La mayoría de los problemas en nuestros hijos son producto del desamor, la incomprensión, el maltrato, la desconsideración y la falta de atención. Ellos necesitan que se les suplan todas estas cosas para poder crecer sanos emocionalmente, y que no busquen en otros lo que no supimos darles por estar con lo nuestro, olvidándonos de ellos.
Cristo debe ser un reflejo en nuestra vida familiar. Él se despojó de toda Su gloria para hacerse igual que nosotros. Despojémonos de todo egoísmo y hagámonos como ellos para poder entender y suplir sus necesidades.
Si verdaderamente amamos a Cristo, debemos demostrar lo que Él es en nosotros, con todos los demás.