Criterio del grupo

Criterio del grupo

Hamlet Hermann
Días atrás el Senado de Estados Unidos criticó a los servicios de inteligencia y espionaje de ese país por no poder prevenir los ataques del 11 de septiembre de 2001 a pesar de que tuvieron la información necesaria y suficiente para hacerlo.

Uno de los aspectos que los legisladores consideraron como fundamental para evitar que la información disponible pudiera ser evaluada en su justa dimensión fue la de que en las decisiones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) predominó el «pensamiento de grupo».

Esto quiere decir que los funcionarios, que a final de cuentas debieron decidir qué debía hacerse para evitar las agresiones, tenían conocimientos similares y reaccionaban en base a los mismos lineamientos. Resultaron ser muy pocos los criterios novedosos que alguno de ellos llevaron a la mesa de discusiones. Al mismo tiempo, cada uno de los participantes consideraba que tenía poco o nada que aprender de los demás participantes. El resultado de las consultas acabó por convertirse en una sola voz con muchos ecos. Resonancias tan repetidas que alcanzaron hasta sus aliados en Gran Bretaña y otras colonias norteamericanas. De ahí que los errores y apreciaciones equivocadas tuvieran alcance global porque el criterio de grupo alcanzó por sumisión a todos los aliados. En República Dominicana se tiene un refrán que más o menos refleja lo mismo. Este dice que cuando dos personas piensan igual, uno de los dos sobra. En los aparatos de seguridad estadounidenses parece que todos pensaban igual y, por tal razón, sobraban todos menos uno.

Tres condiciones son necesarias para lograr los mejores resultados de cualquier grupo de personas que tengan que tomar decisiones. Estas son: diversidad de opinión, independencia de criterio y descentralización. Cada persona debía tener alguna información de su propia cosecha o una interpretación personal de los hechos, no importa lo excéntrica que sea. La independencia de criterio tiene que ver con que la persona no se deje sugestionar con los pronunciamientos de los demás sino que, en base a éstas, sea capaz de elaborar sus propias ideas. Y la descentralización es lo que permite a alguien opinar sin estar obligado a subordinarse por la razón de pertenecer a un organismo. Cuando los que toman las decisiones piensan igual y responden a los mismos intereses, casi siempre caen en la trampa del pensamiento de grupo. De ser una persona con criterio cada miembro se convierte en parte de una manada. Si alguien les pregunta por qué actúan de esa manera y no defienden aquello en lo que creen se descubrirá que esos prefieren aparentar ser racionales en vez de seguir lo que en realidad es racional.

Lo que pasó a lo interno de las veinticuatro organizaciones de espionaje e inteligencia en Estados Unidos es lo mismo que ha venido ocurriendo en los Partidos políticos, así como en los gobiernos que se han sucedido en la administración del Estado dominicano. El mal aplicado centralismo democrático ha degenerado hasta castrar las iniciativas de los librepensadores que rara vez aparecen ahora en el escenario político nacional. Por eso es que casi nunca (debía decir rotundamente nunca) llegan a aplicarse las ideas brillantes que algunos funcionarios públicos han logrado generar. En esos ambientes predomina el criterio de grupo que sólo sirven para alcanzar unanimidades forzadas. No entienden quizás que hay personas que cambian de opinión en sus reuniones, no porque realmente crean en algo diferente, sino porque es más fácil sumarse a la manada que retarla y enfrentarse. Ojalá los dirigentes entiendan algún día lo saludable que es llevar participantes extraños a la toma de decisiones aún cuando aquellos sean menos experimentados y capaces. Porque esa heterogeneidad hace más inteligente al grupo. Sólo tendrían que usar como ejemplo de este concepto la construcción de una gran obra de ingeniería. Si en la toma de decisiones sólo participan los ingenieros y arquitectos, el resultado nunca será mejor que el producido por la persona más inteligente del grupo. Sin embargo, si se incluye en las decisiones a plomeros, carpinteros, albañiles y electricistas, el nivel de los resultados se incrementará. Esos nuevos participantes aportarían juicios y puntos de vista diferentes que no nunca serían los mismos del grupo de profesionales.

Así que todo aquel que se proponga desarrollar un cambio, sea en lo gubernamental o en lo empresarial, debe huirle al criterio de grupo y confiar más en la diversidad de opiniones. Eso debe ser si lo que se hace es con la mejor intención de beneficiar a la sociedad.

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