Critica las desigualdades que genera

Critica las desigualdades que genera

WASHINGTON, AFP.- Estados Unidos, el gran beneficiario de la globalización y tradicional defensor de las tesis del libre comercio que la sustentan, critica cada vez más las desigualdades que genera.

 La última detractora hasta la fecha, la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton propuso recientemente desde la portada del Financial Times «examinar profundamente» la Ronda de Doha de liberalización de los intercambios comerciales, de la Organización Mundial de Comercio.

 Para fundamentar sus declaraciones, Clinton -cuyo esposo defendió sin embargo el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su sigla en inglés)- aludió a la obra del premio Nobel de Economía, el estadounidense Paul Samuelson, en la que desvirtúa la creencia en los beneficios automáticos del comercio internacional.

 «Estoy de acuerdo con Paul Samuelson, el muy célebre economista, que recientemente explicó y escribió que la teoría de las ventajas comparativas, tal como se la entiende comúnmente, no se aplica probablemente a la economía del siglo XXI», afirmó.

 Samuelson, consejero económico del extinto presidente John Kennedy, hoy profesor emérito del Massachussets Institute of Technology (MIT), argumenta que la ventaja de un país en comerciar con otro decrece a medida que su socio se acerca a su nivel y que a la larga no gana nada con el acuerdo.

 El académico toma como ejemplo los intercambios comerciales chino-estadounidenses, convertidos hoy en centro de grandes desequilibrios mundiales, y origen de importantes movimientos de relocalización de centros de producción, muy criticados en Estados Unidos.

 Las críticas expresadas por Clinton son compartidas no solamente por los demócratas, tradicionalmente muy sensibles a las tesis proteccionistas.

 Del otro lado del tablero político, Robert Zoellick, el nuevo presidente del Banco Mundial, sorprendió en su primer discurso estratégico, insistiendo en los efectos negativos de la globalización.

 «Los flujos comerciales se multiplicaron por más de dos desde 1990» en el mundo, declaró a mediados de octubre el ex representante de Comercio del presidente George W. Bush. «Sin embargo un importante número de personas permanecen marginadas y algunos han quedado más rezagados todavía».

 El Fondo Monetario Internacional (FMI), tradicional baluarte de la ortodoxia liberal y heraldo del libre comercio, también consagró al tema un capítulo crítico de sus «Perspectivas mundiales» de otoño.

 «Desde hace dos décadas, la desigualdad de ingresos se acentúa en la mayoría de las regiones y de los países», subrayó la institución financiera con sede en Washington, que había admitido seis meses antes que, bajo los efectos de la globalización, el trabajo se paga cada vez menos.

 «La opinión del país se está orientando muy claramente en contra del comercio», resumió Edward Alden, investigador del Council on Foreign Relations (CFR), un laboratorio de ideas de la capital estadounidense.

 «Si se miran las encuestas, los estadounidenses son considerablemente más escépticos sobre el comercio de lo que lo eran cuando Bill Clinton era candidato, y eso ha empeorado en los últimos cinco años», agregó.

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