CRÍTICA
Nuevos temas oligárquicos

<STRONG>CRÍTICA<BR></STRONG>Nuevos temas oligárquicos

Respuesta a Edwin Espinal 
Te agradezco la dedicatoria de tu artículo publicado en AREÍTO del sábado 12 del corriente titulado “Ulises F. Espaillat, ¿el tronco de la oligarquía?”, motivado sin duda por mis trabajos acerca del origen de la oligarquía dominicana, deudores a su vez del libro de mi amigo Esteban Rosario, quien, en “Los dueños de la República Dominicana” (1992 y 2008) ubica dicho origen en el matrimonio de Amelia Báez, hija del cinco veces Presidente Buenaventura Báez, con el general Marcos Antonio Cabral, hijo a su vez del restaurador y ex presidente José María Cabral y Luna, cuyo nieto tomará el nombre de su abuelo y también con igual nombre será bautizado el biznieto José María Cabral Bermúdez, hijo de José María Cabral y Báez y María Petronila Bermúdez Rochet.

Con estos dos ciudadanos, Cabral y Báez y Cabral Bermúdez  y las damas con quienes contrajeron matrimonio, se inicia verdaderamente lo que se llama oligarquía dominicana. Lo que queda detrás de ellos es el fundamento o basamento genealógico, pues el grupo empresarial que animaron está ligado indisolublemente a la valorización de la tierra, de la cual se deriva el sector agroexportador que encabezarán a partir del enlace con la incipiente industria azucarera inaugurada por cubanos, norteamericanos y puertorriqueños de 1970 en adelante y, políticamente, apoyada por la dictadura de Ulises Heureaux (Lilís), un subalterno de don Juan Vicini, el hombre del dinero, es decir, el que mandaba, según confesión del propio dictador.

La verdadera trabazón de la oligarquía, por el vínculo del matrimonio, se produce cuando la hermana de José María Cabral Bermúdez, Amelia Cabral Bermúdez, contrae nupcias con Felipe Vicini Perdomo, hijo de Juan Vicini y Laura Perdomo. Véase el organigrama de los cruces matrimoniales entre los miembros de la oligarquía (libro citado, segunda edición 2008, p. 152 y en p. 136,  el árbol genealógico de dicha oligarquía por familia.

Amigo Edwin, no deseo argumentar en torno a la filología de las palabras oligarquía y oligarca. Está en Aristóteles, “Política”, como sinónimo de un grupo minúsculo que tanto en Atenas como en Esparta controló la casi totalidad de las riquezas, gracias a las cuales controló el poder político y sus instancias, y el origen de tales riquezas y poder político fue la propiedad de la tierra y el trabajo esclavo.

Luego del proceso de independencia de los pueblos hispanoamericanos sojuzgados por España durante cuatro siglos, se formó, ya sin esclavitud, una fracción minoritaria que controló la propiedad de la tierra y el poder político. Y mantuvo en condiciones casi de siervos a las colectividades de indios, mulatos, negros y blancos pobres y comenzó esa oligarquía latinoamericana a relacionarse, por fuerza, con el mercado externo a partir de la exportación de materias primas fruto de la tierra y las divisas obtenidas a través de este negocio le permitieron incursionar tímidamente en unos casos (como el nuestro) en una franja industrial casi siempre ligada a la dominancia de la extensa propiedad territorial o en otros casos (Argenina, Brasil, México) a ligarse más intensamente al proceso de industrialización.

En los países donde primaron más el modelo agroexportador, el control político y las relaciones ideológicas, jurídicas y culturales precapitalistas, los estudiosos latinoamericanos del fenómeno le llamaron frentes oligárquicos (Miguel, Arraes, Bourricaud,  Juan Bosch, etc.), los cuales acusan ausencia cabal del proceso de creación del Estado nacional tal como se produjo en Francia y los Estados Unidos entre los siglos XVIII y XIX. Y exhiben sus miembros una ideología y una cultura precapitalistas de las cuales el rasgo mayor es el paternalismo (el más sobresaliente de dicha ideología), el cual convive armoniosamente con el patrimonialismo, el clientelismo y un catolicismo feroz que le impide al frente oligárquico acceder al rasgo fundador de clase burguesa plena, creadora del Estado nacional: la separación entre Iglesia y Estado.

Argüir, aun en forma de pregunta, que Ulises Francisco Espaillat es el tronco de la oligarquía dominicana implica dos o más problemas. Por conocimiento o desconocimiento, se evade el fundamento o basamento de la oligarquía dominicana que se inicia con las relaciones sacrílegas del sacerdote Antonio Sánchez Valverde con la esposa del señor Filpo, a la cual sedujo durante la visita eclesiástica que realizó a finales del siglo XVIII a aquella villa. De esa relación nació el niño expósito Pablo Altagracia, criado por un platero de apellido Báez, de la Capital, de quien tomó el apellido, el cual llevarían luego todos sus hijos, comenzando con Buenaventura Báez, tenidos con Teresa Méndez (la Camateta), hija de una de sus esclavas, ya que la esposa legítima del platero y maderero, María Quezada,  no pudo concebir nunca.

En la base de los Cabral y Báez y Cabral Bermúdez está la genitora Amelia Báez. Ese es el origen histórico de la oligarquía dominicana. Que su desarrollo comenzara a finales del siglo XIX en el régimen de Lilís, es otra historia que habrá que contar, pues antes de incursionar en la industria azucarera, Juan Bosch muestra en  una de sus obras el origen de las riquezas de Juan Vicini el Viejo.

El otro problema que plantea el creer que Espaillat es el tronco de la oligarquía, evade el origen de los Cabral y Báez (cuyo hospital principal de Santiago lleva su nombre) y los Cabral Bermúdez, ligados ya por matrimonio con los Vicini. Por esa misma razón, tal afirmación evade el tema de la democracia opuesta a la dictadura en el contexto histórico dominicano. Cuando Espaillat ocupa la presidencia, asciende apoyado por el Partido Azul de Luperón. Los escritos y el proyecto político de Espaillat son completamente azul y liberal, mientras que el proyecto de los Cabral y Báez y Cabral Bermúdez-Vicini, es un proyecto basado en la dictadura de Lilís y en la acumulación de riquezas y privilegios otorgados por el autoritarismo, el patrimonialismo y el clientelismo. Ese proyecto es el mismo que ha gobernado siempre en nuestro país y tuvo su apogeo con el régimen dictatorial del Triunvirato dirigido por uno de los hijos mimados de la oligarquía, Donald Reid Cabral, casado con Clara Tejera, descendiente de los matadores de Mon Cáceres, pero sabemos en qué terminó todo aquello: la oligarquía llamó al gobierno de Lyndon Johnson a que interviniera en el país y la librara del peligro del regreso inminente de Juan Bosch al poder, a quien derrocaron en 1963, de la misma manera que  una parte de ella ayudó a derribar a Espaillat, por demasiado liberal.

¿Cuál fue el contexto histórico-político del nacimiento y desarrollo de la oligarquía dominicana, contexto totalmente ajeno al período de Espaillat, donde los ricos de Santiago y del país lo que tenían eran boticas, almacenes, bodegas, tiendas, alambiques, ranchetas y comercio misceláneo, según atestigua el tomo I de las Cápsulas genealógicas? Veremos ese contexto en la próxima entrega.

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