L. D.  Las imágenes que sueles dibujar, pintar y esculpir remiten a un universo demoníaco y teratológico. ¿Qué te impulsa a realizar ese tipo de expresión?

V. V.  Ciertamente tengo una especie de obsesión por el mundo nocturno, saturnal, el de las criaturas angélicas caídas, aquellas que por su terrible soberbia han perdido el horizonte de su naturaleza sagrada y trascendente, convirtiéndose en entidades perpetradoras de inefables ritos de dolor y perversidad: “la sombra” de la que tanto hablaba Jung; imagen esta que, desde mi humilde parecer, es la que mejor retrata al hombre en estos tiempos de barbaries planetarias.  Y como muestra ahí tenemos un  horripilante botón: “el genocidio de Gaza”, o la destrucción a tierra arrasada perpetrada por el sionismo ( ¡qué bien aprendieron la macabra lección aniquiladora que les infligió Hitler para abusar de víctimas infinitamente más pequeñas y casi indefensas!) en donde  todas las naciones poderosas representadas ante el Consejo de Seguridad de la ONU son tan cómplices de esa barbarie que no han movido ni un dedo para forzar a Israel a  retirarse, sino perorar puro: bla, bla, bla en sus foros; nación esta, la judía, que sólo ha permitido una tregua cuando apenas restan más que piedras sobre piedras en ese minúsculo territorio, y en donde dos países soberanos del mal llamado tercer mundo, han mostrado gallardía y decencia rompiendo sus relaciones diplomáticas con ese gobierno de asesinos disfrazados de ovejas: Venezuela y Bolivia.

L. D.   Acabas de ganar el Premio del Público del Concurso León Jimenes recién finalizado. ¿Qué tienes que decir al respecto?

V. V.  Por el premio me siento muy agradecido, porque es un galardón sincero y sin rebuscamientos conceptuales espurios que me otorga la gente común (y no tan común), que a fin de cuentas es hacia quien va dirigido el mensaje artístico, el cual, no es un mensaje racional y entendible como una fórmula matemática o un silogismo algebraico, sino algo que sale del corazón del artista para compartirlo con otro corazón sensible (aquí es donde se pierden los especialistas).   En cuanto a la premiación del jurado en sí, sólo puedo decir que seguimos trillando el mismo camino de la simplonería, lo mal hecho y, peor que eso, la vulgaridad, sino mírese el resultado paupérrimo y lamentable en el que un grupo de “expertos” ha fallado. 

L. D.  ¿Qué opinas del arte que de un tiempo acá suele premiarse en los certámenes artísticos más connotados del país y del extranjero?

V. V.  Así como se impuso a nivel internacional desde los grandes santuarios académicos y de poder el modelo neoliberal, que como bien se ha visto ha sido un rotundo y mortal  fracaso que ha arrastrado al mundo a un abismo de imprevisibles consecuencias, así mismo está sucediendo con el mundo del arte, el cual es lastrado por el comercialismo más grosero y ruin, donde lo único que vale es sólo crear un nombre explotable, una franquicia, no importando que se transite por los derroteros de la mediocridad más inimaginable que haya conocido cualquier época en la historia de la humanidad.   Y esto no sólo lo digo yo, sino que los lectores pueden buscar por internet un fabuloso artículo de Vargas Llosa aparecido hace ya una década en su columna “Piedra de toque” del periódico El País: “Cacá de elefante” 

L. D.  ¿Será verdad que la belleza es una categoría artística trasnochada que ya no tiene cabida en el mundo de la creación contemporánea?

V. V.  Bueno León, quizás para los que son incapaces de producirla, aquellos que no han desarrollado destrezas de ningún tipo, para los que se les hace más fácil el farfullar tonterías sonoras que el hacer, o a los frustrados de toda índole, o a los vagos, o a los que se arropan de una parafernalia conceptual bien aceitada pero vacua, o los que están enquistados en clanes que comparten ideología y también, porqué no, aberraciones psíquicas de todo tipo y se disfrazan de artistas o teóricos, o tal vez las dos cosas a la vez… para ellos la belleza en el arte es una categoría demodé, pues el trabajar con rigor técnico y conocimiento de todos los recursos plásticos es sólo “artesanía”, o mediocridad, tal como arengó en días pasados uno de esos “famosísimos conocedores” en el Centro León, lo que habla muy claro del problema, quizás por el dicho aquel de que: “el ladrón sólo juzga por su propia condición”.

L. D.  ¿Cuál es la importancia de la crítica de arte y qué juicio te merece la que se ejerce en nuestro país?

V. V.  Te repito el aforismo que dije hace algún tiempo: “El que sabe, sabe. El que no sabe, enseña; y el que no sabe enseñar es crítico.  Esto es una broma, pero desgraciadamente se aplica a la realidad que nos circunda.  En nuestro país hay un grupo de muy buenos y preparados especialistas que huelga mencionarlos, todos los conocemos, pero hay otro grupo, más nutrido (tal vez creyendo que es fácil vivir de la labia), de enganchados con grandes currículum extranjeros que es mejor que se pongan hacer otra cosa, porque además de desconocer absolutamente la materia enhebrando asombrosos disparates y términos agarrados por los cabellos, poseen las peores de las cualidades que pueda tener un especialista del fenómeno estético: “ser pésimos escritores además de aburridos”.

 L. D.  Perteneces a una agrupación de artistas recién creada llamada Confluencia XXI; ¿qué te llevó a ingresar en ella y cuál es su propósito?

V. V.  En este momento histórico en que nada es nada, en que lo burlesco y mediocre se ha entronizado como modelo a seguir en el arte, Confluencia  XXI es un grupo de creadores visuales serios que hemos hecho causa común contra todos estos desmanes mencionados, uniendo esfuerzo, fe y talento, para seguir una ruta de seriedad en el quehacer plástico nacional, a fin de mostrarle al público dominicano  que existe todavía una vía digna alejada del vandalismo imperante.  Me siento, León, muy orgulloso de estar al lado tuyo, de Danicel, de María Aybar, Ezequiel Tavéraz, Federico Cuello, Mariojosé Ángeles y mi amada esposa, la artista plástica Verouschka Freixas.