Crónica de un desastre anunciado

Crónica de un desastre anunciado

EDUARDO ROZAS ARISTY
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Como es obvio, todas esas aplastantes realidades económicas señaladas en mi artículo anterior, han producido y continúan produciendo inflación, pobreza y serios desajustes sociales:

– El 20 de enero del 2006, el periódico El Nacional daba cuenta del robo de un camión tanquero con 10,000 galones de combustible. Anteriormente, se habían reportado los robos de otros camiones cargados de arroz y de otros tipos de mercancías. El 7 de febrero una corte descargó a los acusados del Plan Renove. El 17, del mismo mes, se notificaba el apresamiento de un sargento de la Policía que se robaba la verja metálica del Conservatorio Nacional de Música y que los feligreses pedían en las iglesias el cambio de las misas nocturnas por temor a la delincuencia. Ese mismo periódico informaba el 10 de junio que EUA repatriaba a la RD un promedio de 116 narcotraficantes/mes, que habían asesinando una jovencita en Santiago para robarle un teléfono celular y que muchas personas hipotecaban sus casas y propiedades para obtener visados y abandonar el país.

– Antes, el 9 de junio, también del 2006, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señalaban que la pobreza en el país había crecido un enorme 16%.

– El 18, la periodista Sara Pérez escribía un certero e impactante artículo, también en El Nacional, titulado “Los otros asesinos de Vanessa” donde decía: “Sin embargo, es necesario, es indispensable, preguntarse si los únicos y más aún, si los principales asesinos de Vanessa fueron estos asaltantes tan jóvenes y ya tan mutilados como personas. Hay que preguntarse en qué medida son responsables de sí mismos, unos seres humanos reducidos por su medio a la condición de bestezuelas”.

“Hay que preguntarse si entre los políticos que han aprovechado la muerte de Vanessa para buscar cámara, ésos que hablan de penas de muerte y de cadena perpetua, no habrá algunos que justamente son el paradigma de todo el éxito que pueden tener los delincuentes y ladrones en la sociedad dominicana”.

“Hay que preguntarse a quienes están imitando, a quienes desean parecerse, que conductas están mimetizando los jóvenes delincuentes que han nacido y crecido en una sociedad donde nadie tiene que explicar de dónde ha sacado su fortuna, en la que gran parte de sus dirigentes no están en la cárcel porque la justicia no funciona y en donde la mayoría de la gente “respetable” ha conseguido cuartos sin que importe cómo”.

“Hay que preguntarse en base a qué se supone que unos marginados, sin educación, sin trabajo, sin perspectivas, sin futuro, se dedicarán a ser ciudadanos apacibles regidos por autoridades y funcionarios que les pasan por el lado en sus exoneradas yipetas de lujo compradas, junto con todo lo demás, con los bienes públicos que tenían que invertirse en ellos”.

“Hay que preguntarse en qué medida la impunidad, la falta de institucionalidad, la ostentación de bienes mal habidos, el desastre del sistema educativo, el robo impuesto como conducta normal en todas las dependencias del Estado, son promotores de la delincuencia común y la violencia generalizada”.

“Hay que preguntarse quiénes han creado y quiénes son los beneficiarios de una sociedad en donde la vida de una muchacha puede valer menos que un celular”.

– Lo dicho por Sara Pérez fue corroborado el 26 junio por la señora Brineman, saliente directora de la USAID de la embajada norteamericana, cuando describió sin ambages el fracaso del sistema educativo y cómo la corrupción arropaba todos los sectores de la vida nacional. Para completar ese cuadro de crudas realidades sociales, que ha generado grandes traslados de la clase media a la baja, vamos a reproducir también la opiniones de la doctora Margarita Ramírez de Peralta, experta de la conducta humana:

“La violencia no es nueva, lo que pasa es que ahora no hemos sabido enfrentarla como debe ser enfrentada. No hemos atacado sus raíces, estamos atacando sus formas, no sus causas. La gente está atemorizada y se ha vuelto paranoica por el temor a ser asaltada, tienen delirio de persecución. Da pena que a estas alturas, el Gobierno no tenga un plan claro para contrarrestar los asaltos y toda la delincuencia que nos golpea”.

Si entendemos que la política son: “las orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado”, debemos convenir que cuando el doctor Marino Vinicio Castillo Rodríguez, consejero presidencial, declaró el 17 de julio del presente que el país vivía en una situación de emergencia frente al auge de la delincuencia, del irrespeto a la ley y del desorden generalizado, estaba admitiendo que no existían “orientaciones o directrices” precisas para enfrentar la crisis social que padecemos y que por lo tanto la misma se había transformado en una grave crisis política. Más tarde el señor Castillo completó su declaración anterior, afirmando que policías y militares integraban el 90% de las bandas delincuenciales. Esto fue corroborado por el jefe de la PN, la entidad encargada de velar por el orden público, que veía “irreversible” una “profilaxis” en dicha institución.

Aunque dicha declaración fue rechazada al otro día por el Secretario de las Fuerzas Armadas y por el Jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional, la misma no deja de ser extremadamente preocupante, pues evidencia la magnitud del deterioro que como sociedad hemos alcanzado.

Al desilusionarse o destruirse el embrujo que tenían los partidos políticos hegemónicos del sistema (PRD y PRSC), al “caerse muchos santos de sus altares” y al carecer de un nivel educativo, ético y moral aceptable, muchos componentes de los diferentes estratos de la sociedad dominicana han optado por reproducir las inconductas de una gran parte de las clases dominantes, apropiándose de lo ajeno, sea estatal o de particulares. La derecha que palpa, día a día, la gravedad y la excepcionalidad de la situación o de la crisis política que padecemos, y que ve peligrar sus grandes intereses, busca, desesperadamente, un “fumigador” que, dentro de las normas del sistema, dé marcha atrás al reloj de la historia, volviendo a los tiempos paradisíacos en que ellos tenían un control absoluto del país.

Lamentablemente, para ellos, después de la triste experiencia de Augusto Pinochet Ugarte, en Chile, no aparece el “fumigador” dispuesto a cargar con el pesado fardo de recomponer el sistema a sangre y fuego”, como la gravedad de la situación lo amerita, salvando sus mal habidas y “sacrosantas” riquezas. El único que se ofrece -con suficiente credibilidad- es Pedro de Jesús Candelier, con su partido Alianza Popular, pero a un alto precio, dispuesto a tomar los hilos del poder, sin dejarse manipular, tal y como ocurrió en el 1930 con el brigadier de San Cristóbal. ¿Quién sabe?…a lo mejor los que se creen dueños del país lo aceptan.

Como no existen grandes organizaciones políticas revolucionarias, ni grupos fuertes de militares progresistas, a diferencia de lo sucedido en los meses anteriores a Abril del 1965, es muy improbable o difícil, aunque no descartable, que se produzca una verdadera revolución social que reemplace el sistema podrido que nos desgobierna. Mientras tanto, el desorden y la violencia, producidos por el sistema, seguirán creciendo como el reporte que nos llegó el 19 de julio desde Andrés, Boca Chica, de 36 atracos en 24 horas; es decir un atraco cada 40 minutos; el precio del petróleo seguirá subiendo; y el DR-CAFTA pronto será una cruel realidad, hasta que llegue un momento de total ingobernabilidad que provoque lo que sucedió en Haití: la intervención extranjera de nuestros acreedores, disfrazada de fideicomiso internacional.        

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