Crónica de un viaje a Jordania

Crónica de un viaje a Jordania

Antes de viajar a Jordania, llegué por segunda vez a Barcelona, para participar como ponente en la “Reunión Trienal” celebrada por el Consejo Internacional de Mujeres, Red de Organizaciones y Órgano Consultivo de la ONU, con el tema “El Progreso de la Mujer es el Progreso de Todos”. En esta oportunidad se dieron cita en esta bella ciudad catalana unas cien mujeres representativas de los Consejos Nacionales de países de Europa, Asia, África, América y el Caribe.

Reunir mujeres que aunque vienen de diferentes latitudes y culturas, están  unidas por una gran sensibilidad humanística, un alto sentido de género y el ineludible compromiso de mantener enarbolada la bandera de la dignidad de la mitad del género humano constituye un importantísimo acontecimiento internacional.    En una próxima entrega hablaré ampliamente de este interesante tema.

Finalizado con éxito ese gran evento internacional, y correspondiendo a una gentil e interesante invitación a impartir una conferencia en la Universidad de Amman, me trasladé desde Madrid, por la línea aérea Royal Jordania, hacia Jordania, a   cuatro horas y media de España.

En la terminal del aeropuerto de Amman, me esperaba una linda comisión de recibo integrada por el honorable cónsul honorario de República Dominicana en Jordania, licenciado  Hamdan Ali Zraygat y su  familia: su distinguida esposa Sabah, sus simpáticos hijos e hijas: Haya, Sait Heba y su esposo Ommer, quienes me saludaron con tres besos cada uno y un “Welcome to Jordan”.

Cuando llegamos a la residencia de mis anfitriones, la cual se encuentra ubicada en un elegante sector de la capital, me esperaba una exquisita cena: un banquete cuyo plato principal fue el “masaf” que consiste en cordero cocido con yogur servido con arroz, preparado por Sabah, Haya y una auxiliar de Sri Lanka del servicio doméstico.

Familia. Durante mi maravillosa estadía en Jordania me hospedé en el hogar de la familia Zraygat, con quienes me une una gran amistad desde hace más de 16 años, pues nos conocimos en Taiwán en el marco de un Diplomado sobre Guerra y Estrategias Políticas.

Fueron unos excelentes anfitriones, cuya extrema hospitalidad, simpatía, refinada educación y gentileza,  reflejan las características del pueblo jordano que hacen que el visitante se sienta tan a gusto.

Pude notar que la familia juega un papel importante entre los jordanos.  Que el día a día se da en torno a la familia, la cual es el principal ícono de la sociedad y desde la cual se atesoran los valores.  Son familias con roles definidos y sus valores religiosos son parte de su vida social.

Idiomas. Todas las familias hablan el árabe, idioma oficial de Jordania, y además dominan perfectamente el inglés, segundo idioma de este histórico país.

Al tercer día de mi llegada, impartí mi conferencia sobre los derechos de la mujer en un salón de la Universidad de Amman. El  público era  heterogéneo, y para mi sorpresa, unos iban con vestimentas tradicionales y otros con indumentarias muy modernas.

Jordania. Desde el momento mismo en que el visitante llega a Jordania, siente una especie de vuelta al pasado. Y es que  todo su entorno es un remanente de largas civilizaciones. Estamos en un pequeño país cargado de historia.

Desde la maravillosa y vieja ciudad de Petra,  el espejo del mar Muerto, el emblemático río Jordán, hasta  la ciudad romana  de Jerash, Wadi Rum, y el monte Nebo hasta los finos hoteles, sus modernos centros comerciales, sus galerías de arte y edificios simétricos de la moderna capital de Amman, todo forma parte  de Jordania, reflejando  una nación rica en historia y cultura donde se entrelazan lo antiguo y lo moderno hombro con hombro, sin renunciar a su propia identidad.

Jordania es un país extremadamente seguro.  Posee una población de cinco millones de habitantes, quienes son una mezcla de razas, culturas y religiones de diferentes civilizaciones.   Una gran cantidad de su gente,  casi dos millones, están concentrados en la ciudad capital de Amman.

El 98% de esa población practica el islamismo y existe un 6% de católicos ortodoxos. Jordania es el país de más equilibrio entre musulmanes y cristianos, siendo  el  más abierto de los del Medio Oriente.

Su cultura se basa en la tradición árabe y en ella juega un papel muy importante la religión islámica.

En su música sobresale la influencia beduina a la que se   unen instrumentos indígenas y occidentales modernos.

Su arte pictórico es el reflejo de pinturas figurativas al estilo occidental tradicional, aunque  se nota que sigue pautas muy marcadas por la religión islámica, la cual prohíbe cualquier representación gráfica de seres humanos o animales.

Su literatura, sigue la tradición poética estructurada y compleja, influenciada por el Corán y la novela es un género relativamente nuevo y moderado en el mundo árabe.

Su artesanía, es muy variada.  Son famosas sus alfombras bordadas.  La confección de tejidos se da para costuras de vestimentas de mujeres. Los diseños cambian según las tribus y ciudades y los patrones son variados. Las diversas puntadas y colores de hilo de roca reflejan el estado civil de la mujer: casada, viuda o soltera.  El vestido “thoup” enteramente bordado a mano sobre texturas suaves y en diferentes colores, es usado por damas de la alta sociedad en ocasiones especiales.

Es muy apreciada la orfebrería jordana, reflejo de objetos elaborados en oro y plata, los soplados en vidrio y la confección de cerámicas.

Ciudad con identidad

Su moneda es el dinar

Por su acentuada apertura, la actual Jordania entrelaza sus caracteres de tipo tradicional con influencia de tipo occidental moderna, pero conserva su propia identidad.

En la próxima entrega les hablaré en el mismo orden en que fui visitando esos lugares, de Amman, una ciudad de contrastes, de la Ciudad de Piedra, la vieja e histórica Petra; de Wadi Rum, clásico reflejo de la arena del desierto.  Jerash, la ciudad romana; del Monte Nebo (Valle Negro), sagrado lugar de peregrinaje y del mar Muerto, el punto más bajo que existe en el planeta Tierra.

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