Haití vuelve a ser foco de preocupación internacional en virtud de una  descomposición institucional  que se veía venir en el horizonte. Las fricciones entre el Presidente y el Congreso han sido inocultables desde los primeros días del ascenso de Michel Martelly a la Presidencia, cuando los legisladores objetaron a dos de las personalidades que éste propuso para Primer Ministro. Desde entonces ha habido intercambio de una malquerencia agravada por diversas circunstancias.

Para el Congreso haitiano siempre fue una incongruencia del Presidente su afán por reorganizar el ejército antes de enfrentar con todas las fuerzas necesarias el grave problema social y económico dejado por el terremoto. Las relaciones se agriaron aún más con el arresto del diputado Amel Bélizaire, que ha desatado una verdadera guerra que forzó la renuncia del Primer Ministro y pondría en riesgo la permanencia de Martelly en el poder si el Congreso confirma su creencia de que el Presidente tiene doble nacionalidad.

 Haití no ha logrado levantarse de los  escombros y la tragedia provocados por el terremoto de hace más de dos años y caer en estos tiempos en una crisis de su debilitada institucionalidad sería lo peor que pudiera ocurrirle al pueblo haitiano. La vecindad de la crisis ya había sido advertida por organismos internacionales.

Bien por nuestro medio ambiente

El Ministerio de Medio Ambiente y el Servicio Nacional de Protección Ambiental han anunciado el inicio de una operación a nivel nacional para impedir la extracción ilegal de materiales de los lechos de los ríos.

Ninguna noticia mejor que esa en momentos en que el mundo entero hace esfuerzos por combatir las causas del calentamiento global y la degradación de los ecosistemas.

La decisión de proteger nuestros ríos no debería limitarse a la extracción de materiales, sino también a eliminar las múltiples causas de contaminación industrial por vertido de desperdicios.

El país necesita una campaña integral y permanente de protección de ríos y bosques con énfasis en la prevención, como forma de evitar que la degradación ambiental convierta nuestro hábitat  en un desierto.