Crónicas del ser

Crónicas del ser

Desde inicios de la década de 1860, Chernishevski busca un fundamento teórico para su programa de transformar en una oportunidad de crecimiento positivo para los campesinos y para la nación rusa en su totalidad, la abolición de la servidumbre de la gleba. Para ello estudia, discute y reinterpreta -teniendo bajo enfoque la situación rusa- las teorías de los principales economistas ingleses y franceses.

Inicia su análisis con el despliegue de los axiomas de la economía política tal y como los plantean Adam Smith (1723-1790), David Ricardo (1772-1823), Jean-Baptiste Say (1767-1832) y John Stuart Mill (1806-1873). Con esto busca mostrar el carácter histórico de las contradicciones del sistema capitalista, e indicar su aspecto limitado, particular y transitorio; aspira a mostrar el estado “no-natural”, que caracteriza el sistema de producción propugnado por la burguesía. 

En su búsqueda de un camino que le permita avanzar desde esta perspectiva, Chernishevski abandona casi en seguida el análisis y la discusión histórica sobre el capitalismo, para dedicarse completamente a intentar desentrañar las “auténticas” leyes universales de la teoría económica.

Al abandonar el análisis histórico, Chernishevski deja de lado el aspecto que le habría permitido formarse una idea verdaderamente englobante del fenómeno y que le habría ayudado a desentrañar los aspectos fundamentales de este sistema productivo.

A continuación, nuestro autor se concentra en explicar cuáles son los principios éticos que sirven de base a estos fenómenos. Procura elaborar una interpretación de los procesos de modernización, en curso, explicar su funcionamiento y tomar conciencia de sus valores.

Concentrándose en este sentido publica, en 1860, un texto básico en el proceso de construcción de su pensamiento: “El principio antropológico en filosofía”.

Después de haber elaborado una primera reflexión sobre las características del desarrollo económico y social capitalista, pasa a tratar cómo determinar y valorar las repercusiones inevitables, que tendrá que afrontar Rusia cuando su economía ingrese en la fase de desarrollo capitalista. Específicamente, Chernishevski buscar fijar cuál será la influencia subvertidora que ejercerá sobre las raíces mismas de la cultura rusa la implantación de un proceso de modernización capitalista. 

En este ensayo el autor, además, presenta un manifiesto del materialismo ruso, e intenta desplegar algunas ideas que pudieran servir de base a una fundamentación ético-racional del materialismo que postula en la primera parte del trabajo.

El planteamiento se abre con una exposición sintética, clara, coherente y minuciosa, del nivel que han alcanzado, a mediados del siglo XIX, las ciencias naturales. Esto le va a permitir elaborar un esquema que le servirá para impugnar radicalmente las certezas y creencias en boga en los círculos ilustrados del régimen vigente.

Chernishevski adelanta una interpretación que contradice totalmente la moral tradicional. En efecto, abre un abismo insalvable ante al conjunto de normas que rigen la conducta de una sociedad que abandona el tranquilo refugio que le otorgaba el sistema de vida tradicional, anclado en el estancamiento histórico, dominado por un visión que privilegia el pasado y se inspira en principios de origen atávico.

El filósofo busca construir una ética que sirva de fundamento para realizar una revolución social en Rusia, y levanta, al mismo tiempo, su protesta e indignación contra el sistema vigente que “condena al ser humano a la mortificación y lo constriñe en los estrechos límites de un orden religioso y policial”.

En su vida personal y como teórico, Chernishevski se compromete con “la creación de un nuevo modelo de individuo destinado a realizarse en la vida social”. Para ello, el antropologismo de factura feuerbachiana se le presenta como el más perfecto instrumento teórico para reconsiderar y reconstruir históricamente, una personalidad humana libre, que “afirme la propia soberanía ética del hombre sobre los restos de la moral oficial”.

En este sentido, le interesa ahora, sobre todo, llegar a formular claramente, en sentido positivo, aquel principio del egoísmo, que había asumido con una connotación negativa en su polémica con los eslavófilos.

Rusia se encuentra en el momento decisivo de voltear la página del pasado, para pasar a existir según los dictados de la época moderna, regida por otros principios, diametralmente opuestos a los que rigen la organización social que comienza a dejarse atrás.

Por esto, estima Chernishevski, su labor de publicista es capital para hacer avanzar una transformación de las relaciones económicas y sociales, y contribuir a la construcción concreta de una nueva configuración de los vínculos sociales.

En su crítica de “las teorías anticuadas”, como designa Chernishevski a los sistemas que entiende deben ser superados, plantea la necesidad de revalorizar el sentido del egoísmo y de la búsqueda del propio interés individual, pues considera que estos elementos constituyen el principio de conexión de los individuos en el contexto de la sociedad civil en la nueva época a la cual accede Rusia.

El filósofo considera que el enemigo teórico a vencer y a sustituir con una nueva verdad es la metafísica, en tanto que ésta, entendida como praxis, procura ocultar la luz que aporta la filosofía científica al hombre moderno, que constituye el más valioso legado de los pensadores ilustrados, que ha resurgido a través del pensamiento poderoso de su maestro, Ludwig Feuerbach.

Lo que caracteriza a la filosofía positiva que deriva de la práctica científica frente a la metafísica es, en primer lugar, su carácter público y abierto frente al secretismo de la filosofía escolástica; en segundo lugar, que viene determinada por su carácter estrictamente utilitario; y, finalmente, la determina su condición de visión instrumentalista, esto es, como una estrategia provechosa para coadyuvar a la materialización del progreso, a la transformación de la sociedad y la realización, en última instancia, del bienestar común de los seres humanos.

La idea básica, que en Chernishevski dona sentido a la nueva moralidad, es que ésta nace y se sustenta sobre el principio de que la naturaleza es, en si misma, una, y como tal, habría que descodificarse los fenómenos que se presentan en apariencia aislados y sin conexión, como constituyendo parte de una naturaleza única que se otorga, en si misma, como la totalidad.

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