Crónicas del ser
La infancia y la formación de Chernishevski

<STRONG>Crónicas del ser<BR></STRONG>La infancia y la formación de Chernishevski

Nikolai Gavrilovich Chernishevski, nació el 12 de julio de 1828, hijo del arcipreste Gavril Ivánovich, que tenía sede en la catedral de una pequeña ciudad de frontera, en la región del bajo Volga, llamada, Saratov. Era un pequeño centro administrativo y comercial en una vasta región limítrofe situada al sureste de Moscú, entre la Rusia europea y la asiática.

La ocupación tradicional de las familias de ambos padres era servir en la iglesia ortodoxa como curas o letrados eclesiásticos. Por ser la región donde ejercían su misión, tierras de colonización recién conquistadas, si no se les asignaba una parroquia, se les otorgaban tierras para que se dedicaran a la agricultura.

La vida en Saratov durante la infancia del escritor –según la recuerda Chernishevski al final de sus días- se caracterizaba por un ritmo lento casi intemporal, que desplegaba en una extrema penuria.

Se vivía en un permanente y afanoso combate por la existencia, que se manifestaba “como una lucha continua contra los lobos, contra bandas de bandidos y ladrones de caballos, contra los kirguises que raptaban a los campesinos rusos para reducirlos a la esclavitud. Había que luchar en contra de enfermedades epidémicas, sobre todo, contra el cólera y, sobre todo, contra una tristeza sin fondo que se apoderaba de los seres humanos y los arrojaba a vivir como derrotados, en un estado de embriaguez crónica”. 

Era un mundo dominado por la violencia, el abuso de poder y la injusticia social; por la rapiña y por la terrible crueldad del reclutamiento militar forzado de los jóvenes campesinos, que eran retenidos en servicio por 25 años.

La realidad cotidiana de la población consistía en aprender a moverse en un espacio físico y espiritual demarcado por una difusa pobreza que hacía de la supervivencia la única ocupación y preocupación posibles.

La humanidad de la gente se revelaba en una resignada y paciente capacidad de aceptar todo lo que se le venía encima y, al mismo tiempo, debían sacar fuerzas y tenacidad para cumplir con el duro esfuerzo en que consistía la pura supervivencia.

En este universo hostil, los Chernishevski eran de las familias privilegiadas, precisamente, por la dignidad y jerarquía que ocupaba el padre en la iglesia local y por ser éste, además, docente en varios institutos religiosos y miembro del ayuntamiento local.

El signo visible del estatus social de la familia era la considerable biblioteca del arcipreste Gavril. Los libros eran principalmente religiosos: tratados teológicos y vidas de santos, pero en sus estanterías había, también, volúmenes que versaban sobre asuntos profanos y obras de escritores contemporáneos rusos, tales como Pushkin, Lermontov y Gógol, así como la conocida “Historia de Rusia” de Karamzín.

La biblioteca contaba, además, de traducciones y ediciones originales de escritores extranjeros, de moda, como Eugene Sue, Charles Dickens y George Sand. Había, igualmente, colecciones de las revistas “Anales de la patria” y “El noticiario moscovita”, que contenían los primeros escritos de Belinsky y Herzen.

La biblioteca de los Chernishevski por su consistente fondo atrajo la atención del historiador N. I. Kostomarov, quien vivió exiliado por asuntos políticos en Saratov y se sirvió de ésta para sus investigaciones, durante la adolescencia de Nikolai.

Chernishevski desarrolló desde temprano un poderoso amor por la lectura, y ya a los 14 años, podía leer textos en latín, griego, hebreo, francés, alemán, polaco e inglés. Con el padre, cuando estudiaba en Petersburgo, se escribía en latín.

Chernishevski se formó fundamentalmente a través de sus lecturas, y las lecciones de profesores particulares que le asistían le servían más bien para aclarar y encuadrar lo leído. El padre, que conocía como docente la deficiente y poco productiva educación que se ofrecía en los institutos religiosos de la ciudad, prefirió que el hijo estudiara en la casa bajo su directa supervisión.

Cuando Chernishevski debía ingresar al seminario, el padre prefirió romper con la tradición familiar y decidió que estudiara alguna materia útil para la vida. Determinó, entonces, que viajara a San Petersburgo a recibir instrucción profesional, en la que era entonces la más renombrada universidad del país. Chernishevski le agradecerá al padre, durante toda la vida, esta decisión.

La familia, en especial el padre, transmitió al joven Nikolai, “el culto por la cultura y la fe en su fuerza taumatúrgica”. Esta visión era fruto de los ideales ilustrados que llevaron al zar Pedro el grande a difundir la cultura occidental en Rusia durante el siglo XVIII.

Sin embargo, pronto descubriría Chernishevski, que la universidad en los tiempos del zar Nicolás I, era una institución que procuraba obstaculizar el conocimiento y la difusión de las ideas occidentales. Por esta razón, Chernishevski se consideró siempre como un autodidacta, como alguien que había adquirido por sí mismo la capacidad de seguir desarrollándose en sus estudios.

En las cartas y en los diarios que llevaba en esa época comienza a hablar de que explora las filosofías de Schelling y de Hegel. En ese período se dedica a estudiar el pensamiento de Hegel con ahínco y sistematicidad, mientras juzga limitados, a los pensadores positivistas, en particular, a Auguste Comte y a Herbert Spencer.

En Hegel, Chernishevski descubre, orientado por los escritos de Herzen, la dialéctica, que llega a considerar lo esencial de esta filosofía. Afirma, entonces, que Hegel, “es grande por la idea de desarrollo… Eterna lucha y eterno movimiento hacía adelante…”.

En el sistema hegeliano ahonda en las consecuencias que derivaban para la ética y la moralidad, y es allí donde encuentra obstáculos que le impiden sentirse hegeliano: “Me parece que (Hegel) es un esclavo de la actual situación de cosas, de la actual situación de la sociedad… Su filosofía se caracteriza por estar alejada de las tempestuosas transformaciones, de ser contraria a pensamientos que sueñan con el perfeccionamiento de la vida”.

En síntesis

Única vía

A través del análisis histórico y político aplicado a la realidad rusa Chernishevski llegó al convencimiento de que la única vía abierta a los cambios sociales era la rebelión de los campesinos con miras a crear un gobierno de clase que defendiera los intereses de la clase oprimida.

Publicaciones Relacionadas