Críticos de guerra enfocan a Rice

<p>Críticos de guerra enfocan a Rice</p>

WASHINGTON.- Durante seis años, primero como asesora de seguridad nacional y luego como secretaria de Estado, Condoleezza Rice trabajó bajo el manto de un escudo muy efectivo: el secetario de Defensa Donald H. Rumsfeld, quien fue durante ese tiempo el pararrayos del gobierno para las críticas sobre el manejo de la situación de Irak.

Pero en las últimas semanas, tras la partida de Rumsfeld, Rice ha enfrentado mayores, y en ocasiones poco familiares, críticas. En una audiencia en el Senado el 11 de enero, enfrentó a un muro de oposición de republicanos y demócratas. Durante tres días de audiencias la semana pasada sobre Irak, varios de sus predecesores fueron directos en su desaprobación al desempeño de Rice.

El ex secretario de Estado James A. Baker criticó la negativa de Rice a involucrarse con Siria diplomáticamente. En su época, dijo Baker al Comité de Relaciones Exteriores del Senadoi, “practicamos la diplomacia todo el tiempo, y rindió frutos”.

La semana pasada, los senadores Carl Levin, demócrata de Michigan, y John McCain, republicano de Arizona, divulgaron tres cartas demandando a Rice que haga públicos los requerimientos del gobierno para que el gobierno iraquí emprenda acciones para así contar con un continuo apoyo estadounidense. Junto con las cartas, y la respuesta de Rice — que indicó que los iraquíes ya habían fallado en la mayoría de las pautas — los senadores también divulgaron una declaración airada.

“La Secretaria Rice finalmente dio una respuesta” a las repetidas solicitudes de los senadores, indicó la declaración. “Lo que la carta de la Secretaria Rice pone muy en claro es que el gobierno no pretende vincular consecuencias significativas al continuo incumplimiento de los iraquíes de sus compromisos”.

 Y el 20 de enero, The Economist publicó un editorial titulado “La Estrella Declinante de Condoleezza Rice”. Decía que “Condoleezza Rica no es la mujer que alguna vez fue”.

 Rice rara vez se pone nerviosa — se enoja siempre que los reporteros le preguntan cómo se “siente” sobre algo — y sus colaboradores sostienen que no se ha inmutado por las críticas. Pero la audiencia del 11 de enero claramente cobró su precio. “Digamos que fue un mal día y dejémoslo en eso”, dijo un destacado funcionario del Departamento de Estado. Al día siguiente, Rice respondió a la senadora Barbara Boxer, demócrata de California, quien dijo que Rice no había pagado un precio personal por la guerra de Irak porque no tenía hijos.

 “Pensé que estaba bien ser soltera”, dijo Rice. “Pensé que estaba bien no tener hijos, y pensé que aún se podían tomar buenas decisiones en nombre del país si se es soltera y no se tienen hijos”.

  Pese a su papel en el núcleo de la guerra de Irak desde su inicio, Rice había evitado, hasta ahora, las críticas públicas constantes que Rumsfeld recibió. Repetidamente había tenido los índices de aprobación más altos entre los miembros del gobierno, y continúa obteniendo índices de aprobación que son sustancialmente más altos que los de su jefe.

En particular, como secretaria de Estado, Rice ha sido tratada como una celebridad, apareciendo en la lista de las mejor vestidas de Vanity Fair y en un artículo del número de noviembre de Vogue. Hay sitios Web dedicados a convencerla para que se postule a la presidencia — www.draftcondi.us dice que su nominación “sería la mayor decisión política del siglo” — y un blog obsesionado con su estilo personal, www.sparklepony.blogspot.com,incluye un “sistema de alerta del peinado” de Rice, y el 29 de enero publicó una fotografía de un vestido de fiesta de un diseñador italiano con el rostro de Rice.

Pero como toda la política exterior del gobierno de George W. Bush está ahora bajo ataque, y otros altos funcionarios han dejado el gobierno, Rice está empezando a recibir las críticas anteriormente reservadas a Rice.

 “Antes, nadie le asignaba a ella el tipo de propiedad o autoría sobre la política del gobierno; era pasada por alto”, dijo Michael A. McFaul, profesor de ciencias políticas en Stanford que conoce a Rice. “Ahora, no hay tantos funcionarios, y ella está más expuesta”.

Kenneth M. Pollack, director de investigación del Instituto Brookings, dijo: “Ya no es el caso que Rumsfeld sea el chico malo del gobierno. La gente verá con más dureza el papel de Condi ahora, e Irak realmente descansará sobre sus hombros”.

En el pasado, la mayoría de las críticas han provenido de la izquierda. Pero ahora la desaprobación se ha extendido, y los republicanos se están uniendo a ella. El ejemplo más evidente se dio el 11 de enero, cuando Rice enfrentó a una sala llena de escépticos mientras defendía, ante un comité del Senado, la nueva estrategia sobre Irak de Bush. “Van a tener que hacer un trabajo mucho mejor” al explicar el razonamiento para la guerra, le dijo el senador George V. Voinovich, republicano de Ohio, y añadió que el gobierno ya no contaría con su apoyo.

La censura continuó la semana pasada durante tres días de un raro testimonio de un grupo de predecesores de Rice. Aunque los ex secretarios de Estado y ex asesores de seguridad nacional — Baker, Henry A. Kissinger, Madeleine K. Albright, Brent Scowcroft y Zbigniew Brzezinski — fueron diplomáticos en sus críticas a la política exterior del gobierno, todos dejaron la impresión de que, como máximo diplomático de Estados Unidos, Rice no se estaba involucrando en la verdadera diplomacia.

 “Para eso contratamos a un secretario de Estado, no para que se siente y proclame declaraciones categóricas, sino para que se involucre en el proceso”, dijo Brzezinski, quien fue asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter.

 Kissinger y Albright hicieron declaraciones similares. Kissinger, aunque dio un tibio apoyo al gobierno, dijo que Estados Unidos siempre debería estar dispuestos a negociar con Irán y Siria, mientras que Albright añadió que “uno gana comunicándose con países con los cuales no está de acuerdo”.

El mentor de Rice, Scowcroft, quien fue asesor de seguridad nacional de Gerald R. Ford y George Bush padre, llamó al aumento de tropas una “táctca, no una estrategia”.

 Rice sigue estando extraordinariamente cerca del presidente — pasa tiempo en Camp David y en Texas con Bush y su esposa — y sus amigos dijeron que la relación era una fuente de consuelo para ella.

 Las críticas a Rice aún no han alcanzado los niveles de las dirigidas a Rumsfeld, y quizá nunca lleguen a ese punto, en parte porque ella no es arrogante en su comportamiento hacia sus colegas y subordinados, dijeron sus amigos cercanos y colaboradores.

 Rumsfeld fue duramente criticado por demócratas y, eventualmente, republicanos, pero también recibió mucha desaprobación de la gente que trabajaba con él y para él en el Pentágono y en el gobierno.

 Rice aún no ha inspirado ese nivel de exasperación entre sus colegas, ya sea dentro del Departamento de Estado o el Consejo de Seguridad Nacional. “Aunque suene insistente, no encontrará el mismo tipo de disensión interna” que provocó Rumsfeld, dijo Philip D. Zelikow, ex asesor legal del Departamento de Estado y amigo cercano de Rice. “Ocasionalmente tiene algo áspero que decir, pero no es de esas personas que se retuerce las manos y se preocupa incesantemente por lo que diga la prensa de ella”.

 Pero a veces se toma las críticas personalmente. El otoño pasado, telefoneó a Bush padre, quien la empleó en su Consejo de Seguridad Nacional a principios de los años 90, después de que el libro de Bob Woodward “State of Denial” reportó que Bush padre había dicho que ella había sido una “desilusión” y “no estuvo a la altura del puesto”.El ex presidente dijo a Larry King en CNN que Rice “me llamó y dijo: ‘Hay algo en este libro”’. El negó que la llamara una desilusión. “Supongo que se hirieron algunos sentimientos”.

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