Cruentos accidentes

Cruentos accidentes

El saldo de muertes por el accidente del minibús en la carretera desde la Hacienda Estrella fue de ocho jóvenes, adolescentes todos. Horas antes del doloroso suceso, en la carretera de Haina, en una colisión de motociclistas, cinco fallecidos. El lunes, menos de veinticuatro horas después, en un choque por igual catastrófico, tres muertos en la carretera a La Romana. Dos días marcados por la muerte.

¿Destino? ¿Coincidencia en lugar determinado, de inadecuadas conductas de choferes irresponsables? Al menos, en el caso del minibús que resbaló en una curva, se sabe que el chofer estaba ebrio. Los mismos jovencitos embarcados en el fatídico paseo, lo retrataron mientras ingería el contenido de una botella. ¿Ron u otra bebida alcohólica o espirituosa? Desaparecido tan pronto regó su carga de muerte, Rufino, nombre con el que se le ha identificado, sin duda espera desaparezca el tufo de lo tragado. Demos por descontado que se entregará. O lo hallarán.

Es un canalla, desaprensivo, que, a sabiendas que de él pendía la vida de los jovencitos con quienes contrató la gira, manejó con evidente imprudencia. A él deben las familias de cuantos encontraron tan trágico fin, la inesperada cita con la parca. Lástima que se haga necesario atribuir alguna porción de la culpa a los organizadores del paseo. Porque, conforme cuanto se ha afirmado hasta hoy, actuaron a espaldas de padres e institución escolar. Cabe que esto se aclare, por si acaso la desaparición física de estas vidas en agraz, es lo que ofrece ligereza a la hora del temprano acumulo.

Lo del choque de las motocicletas obliga a pensar en el destino. Aunque este también. He visto dos choques de estos aparatos locomotores. Uno de ellos en el cruce de Los Jovillos, a pocos kilómetros a Azua, camino de San Juan de la Maguana o de Barahona. Uno de los aparatos salía, raudo, del poblado rumbo a la gallera del frente. El otro recorría el tramo carretero rumbo al sur. Éste impactó sobre la motocicleta que cruzaba en perpendicular. Ninguno de los ocupantes murió, por suerte.

El absolutamente inexplicable fue el de dos motocicletas que viajaban en sentido contrario en la autopista Duarte. La noche facilitaba la visibilidad para ambos, que tenían luces en sus fanales. De pronto, la colisión. Noté lo extraño del suceso, por su desaparición ante mi vista. Frené para disminuir la marcha, pues resultaba insólito el suceso.

Entonces contemplé vecinos que salían de las viviendas cercanas, portando linternas. Al llegar al sitio en que aquello había ocurrido, noté que sacaban un cuerpo desde el albañal lateral. Con ayuda de la iluminación provista por vehículos diversos, apareció, un rato después, el otro cuerpo.

Al día siguiente busqué con avidez, noticias en los periódicos. Tres días más tarde pude leer que ambos habían fallecido en el hospital de Bonao.

¿Cuál es la causa no comprensible de accidentes como los de estos pasados domingo y lunes, o esos otros que he referido? Nadie es capaz de decirlo, salvo al atribuirlo a un conductor inexperto, negligente… o borracho. Entre tanto, pidamos a Dios que colme de tranquilidad a los parientes de los fallecidos en estos sucesos de las horas recientes.

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