Cruz Jiminián

Cruz Jiminián

El  19 de agosto una amplia diversidad de público estuvo en el Auditórium Manuel del Cabral en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), para acompañar al médico de Cristo Rey,  y de todos los necesitados del país,  quien recibía el título de “Filántropo de la Medicina Dominicana”.

“El médico de los necesitados”, “el cura de los sin camisas”, “el que me salvó la vida”, “Cruz, mi papᔠeran  expresiones surgidas de la emoción de gente muy  humilde en medio del ceremonial del homenaje. El cura era Rogelio Cruz, uno de los cirineos que recuerda Antonito le  ayudaron con su cruz; ahí,  acompañando también a los moradores de  Cristo Rey y  toda la Circunscripción 2 del Distrito Nacional, presentes y ausentes.

Sabía que Antonio Cruz Jiminián es un hombre sensible, solidario, actuante de una medicina con rostro humano, para quien la salud del ser humano está por encima del costo de un servicio. Pero desconocía lo que este hombre lleva por dentro y ha sabido dar a los demás.

Sencillez y humildad fue lo que observé en su  expresión, momento en que cualquier humano, enajenado por naturaleza,  libera  orgullo,  pose de triunfador,  ínfula de mejor entre mejores y se blinda de la cotización que otorga una máxima distinción   proveniente de una entidad académica como nuestra  Primada de América. Ni siquiera una sonrisa de felicidad, aunque feliz estaba por dentro y fuera, más, teniendo entre los testigos de la ceremonia,  a su madre, su esposa y sus hijos biológicos, porque,  calificó como hijos a todos los necesitados que ha podido socorrer.

Sus palabras de agradecimiento dimensionaron su calidad como persona, como profesional de la medicina y ciudadano formado para servir. Si su rostro lucía sincero sus palabras más; en vez de un rostro alegre, envalentonado, lucía nostálgico, preocupado,  talvez porque mientras se le reconocía por  lo que hace, él pensaba en lo que tuvo que hacer para llegar. Y  lo vulnerable a la seguridad de una labor en una demarcación  de considerable  desnivel socio-económico.

El reconocimiento que recibía Antonio Cruz Jiminián  fue tan relevante como la presencia de la gente  que ha recibido el efecto de su filantropía. Amor por el ser humano, amor por tus semejantes. Es precisamente amor lo que hace  falta en las relaciones interpersonales: entre familias, amigos, compañeros de labores, de partidos políticos, vecinos, en fin, para poder dialogar y entendernos como personas civilizadas frente a  diferencias de cualquier tipo;  saber armonizarlas y administrarlas.

En la filantropía de Cruz Jiminián, aquella que le reconoce el pueblo dominicano en su labor desarrollada en Cristo Rey y otros puntos del país, encontramos un ejemplo de cómo mitigar la violencia y  criminalidad; de alejarnos del apabullamiento contra el resto de nosotros mismos, que son nuestros interlocutores, representados, descendientes, y de practicar el amor hacia la naturaleza y la patria. ¡Enhorabuena Antonito!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas