Cruzar el río Masacre

Cruzar el río Masacre

Hace treinta años escribí comentarios alrededor de la novela “El masacre se pasa a pie”, de Freddy Prestol Castillo. Copio aquí unos trozos: Sabemos que la imaginación no crea de la nada sino que zurce pedazos de la realidad. Mas lo que ahora menciono es que hay casos en que no se deja a la imaginación tejer su tela; se toman datos y fichas para ordenarlos en la forma propia del contexto de donde han sido sacados. No vamos a averiguar si Bocaccio y Don Juan Manuel fueron o no los creadores de la prosa novelesca. Pero, sea como sea, el cuento, que empezó como asunto de “sobremesa y alivio de caminantes”, llegó a convertirse en la complicación extrema que es Don Quijote.

Desde entonces –o quizás desde la novela bizantina– la novela ha sido complicada, vasta, llena de vida entera. Hoy la novela se ha vuelto un instrumento de investigación histórica. Y esto de una manera doble. Si se estudian las formas novelescas del pasado –a través de ellas– el historiador puede conocer las creencias y las ideas de cada época. Y esas convicciones y opiniones no aparecen en la novela expresadas discursivamente, como en un tratado o en un ensayo, sino más bien desnudas, flagrantemente expuestas. En la novela el autor y sus personajes están descuidados y dejan ver más de lo que dicen o callan. En este primer ejemplo es el historiador quien averigua dentro de las creaciones novelescas.

El ejemplo segundo es el novelista tratando de penetrar la realidad histórica de su pueblo; revolviendo problemas sociales del pasado inmediato para saber a qué atenerse sobre sí mismo y sobre su sociedad. Así la novela es un instrumento de investigación histórica.

Si se me permite una hermética tautología, diríamos que la novela investiga la realidad histórica –social– de la vida humana, cuya “substancia” es también historia. ¿No es eso hacer pie en una metafísica, algo así como nombrar la novela rompehielos de la filosofía? El sociógrafo dominicano que recurra al estudio de nuestras pocas novelas obtendrá más provecho de ellas que de un archivo lleno de documentos. El historiador podría investigar sobre la realidad novelesca; el novelista investiga sobre la realidad histórica.

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