CUADRILÁTERO
Pecho Castro, ¡en la miseria!

CUADRILÁTERO <BR>Pecho Castro, ¡en la miseria!

POR CARLOS NINA GÓMEZ
En mi trabajo anterior hice una radiografía de la historia del ex-boxeador domincano Jesús “Pecho” Castro, quien accionó en los finales de la década de los 70 y mediados de los años 80.

Por falta de espacio quedaron fuera algunos detalles importantes que paso a insertar en el CUADRILáTERO de hoy.

CON PENAS Y SIN GLORIA

Jesús -Pecho- Castro, en su breve carrera de púgil profesional, llegó a ser quizás -según periodistas de la época- el segundo boxeador dominicano más popular.

Claro, añaden, Fausto -Ceja- Rodríguez fue el más carismático del boxeo local, quien llegó a combatir ante más de 12,000 fanáticos en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo, instalación que hoy lleva el nombre de “Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto”.

Sandy Torres, un boxeador puertorriqueño ya “explotado” y sin ninguna perspectiva, fue contratado para contender con el parlanchín gladiador quisqueyano.

En el primer combate el boricua atropelló el fláxido cuerpo del dominicano, pero los jueces apuntaron en sus cartulinas un “empate”.

Tres meses después, como para “despejar dudas”, se volvieron a enfrentar y al dominicano le fue mucho peor: recibió un fulminante nocaut. Tras el nocaut, Pecho Castro tuvo que ser llevado al hospital.

Castro tuvo que esperar más de ocho meses para regresar al cuadrilátero. Lo hizo sin penas ni gloria.  Ya sin carisma en el país -y con ninguna posibilidad de ir a una pelea de campeonato mundial- emigró a Estados Unidos.

Poco más de seis meses después de su estancia en Nueva York, Pecho Castro decidió volver a la acción.

Y, según reportes de prensa, resultó noqueado en sus primeros siete peleas. Es decir, que perdió por la vía de la anestesia todos esos combates.

Enfermo y en el andrajo

Después de vivir en Nueva York durante más de 15 años, Pecho Castro regresó a su país en busca de mejor suerte.

En busca de mejor suerte en la tierra que lo vio nacer, dicen observadores deportivos, porque ya en Nueva York no tenía “nada que buscar”. Ni como boxeador, ni en función del trabajo, pues aquel humilde ciudadano no podía laborar en la llamada Babel de Hierro.

En la actualidad, vive en un barrio marginado de Santo Domingo y sin protección económica alguna. Pero -¡vaya paradoja!- en su patria está viviendo su peor momento. Aquí vive en andrajos; en la miseria total. Además, está muy enfermo.

Pecho Castro está afectado por el mal de Parkinson, lo que le impide llevar una vida normal.

Enfermo y andrajoso, arropado por la miseria, Pecho sobrevive gracias a una protección económica que le facilita el diputado Pelegrín Castillo quien, además, lo ayuda con parte del dinero que necesita para comprar las medicinas que combaten su mal.

Miembros de la prensa deportiva critican que el Gobierno, a través de la Secretaría de Deportes no le pase una pensión que haga menos penosa la vida de este atleta dominicano, retirado y olvidado.

AL MARGEN… Lean esto: el colega Enrique Rojas es, sin ninguna duda, el periodista deportivo dominicano más importante y de más pegada al nivel internacional de la actualidad… Y yo me alegro del resonante éxito profesional de nuestro amigo Enrique Rojas, quien realiza un eficaz trabajo como corresponsal de la agencia de noticias Prensa Asociada (AP), y como analista de béisbol de la poderosa compañía noticioa de Estados Unidos ESPN.COM… Enrique Rojas, además de incansable trabajador, es un capacitado periodista especializado en deportes. ¡Qué sigan los triunfos de Enrique Rojas! Rojas está, pues, en su moméntum.

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