CUADRILATERO
Salvador Sánchez,  sensacional

CUADRILATERO <BR>Salvador Sánchez,  sensacional

POR CARLOS NINA GOMEZ
¿Quiénes, de los lectores de CUADRILáTERO, conocen este nombre: Salvador Sánchez?. Sé que fanáticos de la “vieja guardia”, aquellos que disfrutaron la década de los 70 -sin ninguna discusión la más grandiosa del boxeo moderno- y de los primeros años de la década del 80, saben al boxeador al que me refiero.

Salvador Sánchez Narváez (su nombre completo), se proyectaba, ya en 1981, como el más capacitado boxeador de México, por encima de otros de los grandes, como Rubén Olivares Miguel Canto, Carlos Zárate y Julio César Chávez.

JC Chávez, quien comenzaba a despuntar con resonante éxito en los 80s, pasó a ocupar el liderazgo de Sánchez tras la fatal muerte de éste.  Sánchez, bautizado como “El Señor Pulmón”, llamado así por la excelente condición física que presentaba en cada pelea -tenía básicamente una singular capacidad de respiración-, perdió la vida en agosto de 1982 en un accidente de motora.

Como lo explica Ernesto Castellanos, veterano periodista mexicano -y uno de los mejores expertos hispanos en el análisis del boxeo profesional-, Salvador Sánchez ya se perfilaba como el mejor peleador en la historia del pugilismo de México.

No sólo corroboro con la certera opinión de Castellanos…voy más lejos: Sánchez, si no hubiera perdido la vida, iba a ser, seguro, el mejor boxeador hispano de todos los tiempos…¡por encima, que es mucho decir, del extraordinario y leyenda Roberto “Mano de Piedra” Durán!.

Durán, por la ida muy a destiempo de Sánchez, pasó a ocupar -a nivel del boxeo hispano- la cima que ocupaba Sánchez.

Tras la fatal muerte de Sánchez, JC Chávez pasó a ser el púgil mexicano de más renombre, en tanto que  el panameño Durán fue el más eficiente-estelar del boxeo latinoamericano. ¡Así de sencillo!.

La grandeza de Sánchez

El 1 de enero de 1980 -ya se cumplieron 25 años- Salvador Sánchez dio el gran salto en el boxeo de paga.

La noche de aquel 1 de nero de 1975, el estelarísimo gladiador azteca pulverizó, en 13 rounds, al estadoundiense Danny “El Coloradito” López a quien le arrebató el título mundial del peso pluma (126 libras).  La histórica pelea fue montada en un coliseo de la ciudad de Phoenix, Arizona, Estados Unidos y fue vista por más de 15,000 personas.

Después de ese triunfo, Sánchez comenzaba a ser encasillado en el Ranking de los mejores boxeadores del Orbe.

Y para ratificar que lo que ocurrió en el primer pleito con López, quien estaba sindicado como una “mole”, prácticamente sin rivales que pudieran vencerle, en la revancha la historia fue la misma: ¡Otro nocaut!.

Para que se tenga una clara idea de la grandeza de Sánchez, lean su expediente profesional: 34-1-1 con 31 nocauts.

Pero no sólo masacró dos veces al mejor peso pluma de la época (Danny López), sino que enfrentó -y los derrotó- a otros excelentes peleadores como fueron Azumah Nelson, Juan Laporte, Rubén Castillo, Patrick Ford y al inmenso Wilfredo Gómez.

La historia con Wilfredo Gómez es tan conocida como la de Danny López…Gómez, quien estaba en su mejor momento como un imbatible campeón súper gallo -abdicó a esa corona después de defenderla 18 veces- fue fulminado por El Señor Pulmón en siete asaltos y vio así frustrada su aspiración de también ser monarca pluma.

Ante la figura de Salvador Sánchez todos los boxeadores de su división -los de antes y los de ahora- tienen que quitarse los sombreros.

Todo el boxeo, incluyendo a expertos, entrenadores, promotores y manejadores, deben reverenciar la memoria de este titán de las 16 cuerdas.

Y no sería criticable si algunos expertos dijeran que “Salvador Sánchez ha sido el mejor boxador mexicano de todos los tiempos!.

 ¡Loor, pues, al extraordinario Salvador Sánchez Narváez!.

AL MARGEN

Cuando era empleado del diario El Nacional, en los años 1983 hasta 1990- escribí una serie de ocho artículos en la que expuse, con pelos y señales, aspectos muy negativos que permeaban a la Asociación de Cronistas Deportivos de Santo Domingo (ACD). En esos trabajos llegué a calificar de “entelequia” a nuestar querida ACD… entelequia porque era una entidad que no estaba cumpliendo con los postulados que le dieron origen. Ahora, en la etapa del periodismo deportivo dominicano renovado, se tiene la esperanza de que a la ACD, a sus casi 76 años de fundada, no se le tenga que volver a llamar “entelequia”. El colega Ramón Cuello será, dentro de unos días, el nuevo presidente de la ACD… y todos esperamos que en su gestión de dos años (2005-2007) lleve a la ACD por el mejor camino. Y la saque del calvario en el que ha vivido durante decenas de años. Pero que además, en sus proyectos -entre los que figura, según él mismo lo ha planteado, el de darle a la ACD un mejor perfil profesional-  incluya el de la necesaria profilaxis. Adelante Ramón Cuello. ¡Y valor!

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