(Segunda parte)
Francisco Martínez, en la segunda parte de su importante artículo (invitado a esta columna), nos plantea lo siguiente:

«Tenemos, por necesidad que frenar las acciones que en ocasiones norman el ambiente de la juventud local.

 Ahora bien, si los cambios que puedan darse en el mismo panorama de los clubes deportivos nacionales se producen por convicción, y no por conveniencia personal o de grupos, entonces ¡bienvenidos sean!

Los clubistas, y esto hay que puntualizarlo, deben reencontrarse con sus orígenes al tiempo de que tienen que hacer lo correcto y no dejarse vencer por lo banal.

No se puede seguir permitiendo que la cotidianidad aleje a nuestros jóvenes clubistas de  lo trascendental y en sentido general de lo positivo para toda la sociedad. Lo que el país requiere no son dirigentes que pregonen una cosa y practiquen otra y se crean señores «predestinados».  Que esos directivos clubísticos no pongan en primer plano el culto a la personalidad y es que cuando se actúa de esa forma se pierde la razón y hasta la  real existencia.

Hay que volver a la esencia de nuestros clubes deportivos porque la mentira que daña no es la que pasa por la mente, si no la que en ella entra y se instala.

Ante esta realidad lo que recomendamos es la celebración de un  encuentro que se denomine Cumbre de Clubes Deportivos, en la que sus dirigentes podrán ver cristalizados  programas beneficiarios para la juventud  dominicana.