CARLOS NINA GOMEZ
Mike Tyson, otrora imbatible campeón de los pesos completos, vive nuevos negativos momentos. Lo escribo así, de forma categórica, porque a él le espera, nuevamente, otra estancia en la cárcel.

Este infeliz atleta de Estados Unidos, que llegó a ser el boxeador más importante en las décadas de los 80 y 90, tendrá que presentarse el 19 del corriente mes ante un juez federal.

Cuando esté en el tribunal será condenado, lo más probable, a por lo menos dos años de prisión por consumir drogas narcóticas.

El propio Tyson, al ser investigado en la justicia de EE.UU, aceptó el haber consumido cocaína.¡Se declaró culpable!.

Es lamentable que Tyson ahora atraviese por una terrible situación y  que, además de no tener dinero, vaya otra vez a las ergástulas.

Cuando el 22 de noviembre de 1986 Tyson destrozó -en dos asaltos- a Trevor Berbick a quien le arrebató el título mudial de la división completa,  parecía que el boxeo iba a tener a un monarca para la «eternidad».

Tyson, con aquella histórica victoria, se convirtió en el campeón mundial (pesado) más joven,a los 20 años de edad, en la historia boxística internacional.

Sus siguientes peleas, como titular mundial, fueron igualmente ganadas con falicidad. A todos sus rivales los masacraba sin piedad. Y las masas boxísticas disfrutaban con euforia sus triunfos.

La cabeza domina el cuerpo…

«La cabeza mueve y domina al cuerpo, no el cuerpo a la cabeza». Este pensamiento lo expongo para precisar que la cabeza la tiene el ser humano para pensar…no para ponerse sombreros o peinarse el pelo.

Mike Tyson, pese a tener todo el talento atlético, ha visto desbodarse toda su estelaridad…¡y su riqueza!.

Tyson, desde sus años de infante y adolescente, se vio envuelto en muchos problemas lo que presagió un futuro negativo. No supo lo que era una vida hogareña, protegido por sus padres. Siempre fue un huérfano de la calle.

Cus D’Amato , aquel visionario hombre altruista y magnánimo, salvó a Tyson de peores momentos en su vida adolescente. Cuando Tyson tenía  12 años lo rescató de las calles de Nueva York y del lodazal social.

Lo convirtió en un joven decente, boxeador y exitoso. Gracias a Cus D’Amato Tyson llegó a ocupar un sitial de primer orden en la exigente sociedad norteamericana.

Pero   D’Amato , quien ya era un hombre muy mayor cuando descubrió a Tyson, falleció y sin niquiera ver algunos de los éxitos boxísticos de su hijo adoptivo.

Tyson, con toda la capacidad para convertirse en el boxeador más grande de los pesos completos, se dejó «emborrachar» por la fama, el dinero y la lisonja.

Su cabeza no la manejó con inteligencia. El cuerpo y su actitud social dominaron su cerebro.

Las consuencias de ese comportamiento ahí las tenemos. Hoy Mike Tyson, sin dinero, marginado de la sociedad de Estados Unidos -y también víctima de esa misma sociedad-, pasa a ser un «don nadie».

Volverá prisión. Y también quienes lo han maltrado, en todos los sentidos, volverán a vapulearlo, a vilipendiarlo a maldecirlo.

No obstante, Mike Tyson, por la breve historia positiva que escribió a  base de sus poderosos puños, seguirá siendo respetado por el mundo del boxeo.

Y su carisma, a pesar de los pesares, seguirá vivo. Porque la gente del boxeo nunca va a olvidar sus grandes hazañas.

AL MARGEN. Que nadie lo ponga en tela de juicio: Sammy Sosa, el pelotero más espectacular que ha parido nuestro país, todavía está apto para seguir en el exigente béisbol e Grandes Ligas…¡es una verdad del tamaño del cielo, aunque sus de siempre detractores no la quieran aceptar!