El árbol de Navidad, ese acento decorativo que marca el inicio de la temporada navideña, y cuya usanza es propia de la tradición cristiana, ha ido variando con los tiempos, permitiendo con ello un amplio abanico de opciones según el gusto de cada quien.
Anteriormente el color del árbol era prácticamente el mismo en todos los lugares, el mismo color de luces, adornos… Sin embargo, hoy día no es igual, hay variedades tanto en en el material de éste como en sus luces y adornos.
Aunque según cuenta la historia, en principio, el árbol de Navidad con el que los europeos celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, era un árbol perenne, generalmente un abeto, hoy día los hay de distintos materiales.
Para ellos, este árbol simbolizaba al Universo, y le llamaban también Yggdrasil, el cual tenía en el tope o copa el Asgard, que denominaban “morada de los dioses”; el Valhalla, “palacio de Odín”, y, en sus raíces más profundas, decían que se encontraba Helheim, el reino de los muertos.
Es con la evangelización de esos pueblos de Europa que el árbol de Navidad empieza a usarse para celebrar el nacimiento del Niño Jesús, cambiando con ello su significado, en vez de honrar al dios del Sol y la fertilidad honrar a Jesús
En las tiendas de decoración del país los hay a elegir, desde los naturales que para la época traen desde las montañas, hasta los sintéticos, los hay de metal, maderas y los típicos charamicos.
En lo referente a colores, los encuentras en el tradicional color verdes natural, azules, dorados, blancos… y las opciones de adornos en cuanto a luces y detalles está a elección del cliente.