¿Cuál crisis?

¿Cuál crisis?

Ahora si es que el panorama está bueno, buenísimo. Porque ya tomamos la pintura de lo neutral, y todo el espectro político es beige. No hay diferencia, ni perseguidos o perseguidores, ni estadistas o improvisadores, ni políticos u oportunistas de la sociedad civil.

Todo parece ser que la gran abstención que hubo en las pasadas elecciones del 2024 lo que ha generado es un ambiente en el que el liderazgo nacional, de cara a los próximos comicios, se juntarán en un reducido espacio a decidir los destinos del país y la repartición del poder. Esa es, particularmente, la impresión que tengo al observar el desinterés del debate político, el exceso de figureo y falta de empoderamiento en el que ha caído la oposición por estar llevándose del slacktivismo de las redes sociales.

Lo interesante es observar cómo se enarbola la bandera de una supuesta “madurez política, así se le llama a la comodidad de no asumir posiciones sensatas ante realidades poco populares, gracias a que estamos ante una audiencia totalmente irracional que se necesita complacer, en vez de dirigir y convencer.

La hazaña más histórica para la República Dominicana ha sido enviar una carta a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solicitando ayuda para Haití, firmada por el presidente actual y tres expresidentes, como quien dice: “en caso de que nos sigan ignorando, no fue a uno, sino a todos”. Estamos hablando de la misma organización que está ignorando francamente y a pesar de las protestas en las calles en más de 50 países, el genocidio que tiene el gobierno dictatorial de Israel en Gaza.

Somos las personas quienes le otorgamos valor a las cosas y a los hechos. Sin querer generalizar, pero refiriéndome a quienes forman el entorno de la opinión pública, siento que hemos aprendido a no valorar el campo, ni la industria nacional, no valoramos el peso del Estado ni el significado de eso frente a nuestro futuro cercano, no le damos valor a una nómina pública, ni a una pensión permanente, no valoramos nuestros impuestos, ni nuestro medio ambiente, no valoramos tampoco la palabra empeñada.

Ya tener la razón no tiene validez, porque al final, la humanidad siempre ha tenido esa tendencia inquisidora, para que luego reflexione cuando ya el mal está hecho. ¿Cuántos inocentes cayeron decapitados o quemados en el mundo? ¿Cuántos con mejor formación han sido quitados del medio y desconsiderados para que nunca lleguen a ocupar una posición de poder? ¿Es que yo crea que está mal mandar una carta o que se junten los expresidentes?

¡Qué va!

No se trata ni de bien ni de mal, se trata de que, si la inmigración ilegal desde Haití a República Dominicana siempre ha existido, también se ha incrementado con este gobierno, y todos ellos saben que la idea de todo esto es mantener el tema haitiano como eje principal hasta el 2028, en un país donde está creciendo estrepitosamente un endeudamiento histórico, se siente en la economía nacional la falta de inversión pública, el crecimiento real viene mermándose,  el alto costo de la vida y el déficit eléctrico en crecimiento.

Por otro lado, por más reglamentos que ponga la Junta Central Electoral, nada logra quitar la conversación de “aspirantes” a destiempo gracias a la publicación de encuestas desde ahora, que es el nuevo método de sucumbir en la percepción de la gente. Los valores dominicanos de hoy se basan en ver qué personaje político abraza a gente más pobre y sudorosa, quien baila mejor merengue, quien usa los tenis más chulos y quienes andan para las reuniones de los expresidentes. En fin, todo está de color beige, sin sombras ni luces, cómodo para el sistema y para que las redes sociales se llenen de memes divertidos.

Y así queremos seguir con el cuento de que hay una crisis con Haití ¿Cuál crisis?

Más leídas