Un aneurisma es una protuberancia en un vaso sanguíneo causada por una debilidad en la pared del vaso sanguíneo. (Getty Images)
Emilia Clarke, la actriz que interpretó a Daenerys Targaryen en Game of Thrones, sufrió dos aneurismas cerebrales en 2011 y 2013 mientras grababa la serie.
La interprete londinense recordó cómo se recuperó de esos importantes problemas de salud y remarcó que el mero hecho de que pueda hablar ya le parece increíble, teniendo en cuenta que tras los ataques varias partes de su cerebro quedaron “inutilizadas”.
“Con la cantidad de mi cerebro que ya no puedo utilizar, es increíble que todavía sea capaz de hablar y vivir mi vida de manera completamente normal sin absolutamente ningún problema. Formo parte de la muy, muy, muy pequeña minoría de personas que pueden sobrevivir a eso”, apuntó la actriz en una entrevista en el programa Sunday Morging de la BBC, al que acudió para promocionar su nueva obra de teatro en la capital británica, The Seagull.
En diálogo con Infobae, Alejandro Andersson, médico neurólogo (MN 65.836), director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), explicó que “los aneurismas pueden estar en varias partes del cuerpo, pero comúnmente hablamos de los que se ubican en el cerebro porque este órgano tiene metabolismo muy activo y una alta demanda de energía. Por lo cual reacciona muy sensiblemente a la deficiencia de oxígeno”.
¿Qué es un aneurisma?
Según la Clínica Mayo, “en ocasiones, un aneurisma tiene el aspecto de una cereza que cuelga de un tallo. Un aneurisma cerebral puede presentar una pérdida o ruptura, y causar sangrado en el cerebro (accidente cerebrovascular hemorrágico).
Con frecuencia, la ruptura de un aneurisma cerebral se produce en el espacio entre el cerebro y los tejidos delgados que lo recubren. Este tipo de accidente cerebrovascular hemorrágico se denomina hemorragia subaracnoidea”.
“La ruptura de un aneurisma pone en riesgo la vida rápidamente y requiere tratamiento médico inmediato. Sin embargo, la mayoría no provocan rupturas, no crean problemas de salud, ni causan síntomas. A menudo, dichos aneurismas se detectan durante pruebas que se realizan para otras afecciones. El tratamiento de un aneurisma intacto puede ser adecuado en algunos casos y evitar una ruptura en el futuro”, reza el sitio web de la entidad sin fines de lucro.
En diálogo con Infobae, Alejandro Andersson, médico neurólogo (MN 65.836), director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), aseveró: “Los aneurismas pueden estar en varias partes del cuerpo, pero comúnmente hablamos de los que se ubican en el cerebro.
¿Por qué? El cerebro tiene metabolismo muy activo y más de 85 mil millones de neuronas. De los 6 litros de sangre que circulan en el cuerpo, uno va a este órgano de apenas un kilo y medio. También, tiene una alta demanda de energía y reacciona muy sensiblemente a la deficiencia de oxígeno”.
Y continuó: “Para que ese oxígeno y la glucosa lleguen a todas las neuronas de nuestro cerebro y puedan trabajar adecuadamente tiene que haber un sofisticado árbol arterial-vascular.
Al haber tanta cantidad de vasos sanguíneos, es probable que alguno de ellos venga mal formado y por tanto es mucho más frecuente encontrar aneurismas en el cerebro que en otras partes del cuerpo”.
¿Cuáles son los síntomas?
Según los expertos, dependiendo de la clase de aneurisma será la manifestación de los síntomas:
Rotura de un aneurisma
Un dolor de cabeza repentino e intenso es el síntoma clave de la ruptura de un aneurisma. Este dolor de cabeza suele describirse como el “peor dolor de cabeza” que alguien puede sentir.
Además de un dolor de cabeza intenso, los siguientes son signos y síntomas comunes de la ruptura de un aneurisma:
– Náuseas y vómitos
– Rigidez en el cuello
– Visión borrosa o visión doble
– Sensibilidad a la luz
– Convulsiones
– Caída del párpado
– Pérdida del conocimiento
– Confusión
Aneurisma con filtración
En algunos casos, un aneurisma puede filtrar una pequeña cantidad de sangre. Esta filtración puede provocar solo un dolor de cabeza repentino y muy intenso. Con frecuencia, después de la filtración, se produce una ruptura más grave.
Cuáles son las causas y los factores de riesgo de los aneurismas
Se desconocen las causas de la mayoría de los aneurismas cerebrales, pero una variedad de factores puede aumentar el riesgo.
Esta serie de factores pueden contribuir a debilitar una pared arterial y aumentar el riesgo de un aneurisma cerebral o su ruptura.
Los aneurismas cerebrales son más comunes en los adultos que en los niños. También son más frecuentes en las mujeres que en los hombres.
Algunos de estos factores de riesgo se desarrollan con transcurso del tiempo, mientras que otros están presentes al nacer.
Entre los primeros, se destacan: la edad avanzada, el tabaquismo, la presión arterial alta, el abuso de drogas ilícitas (en especial el consumo de cocaína) y el consumo excesivo de alcohol.
Entre los últimos, los expertos hablan de: trastornos del tejido conectivo hereditarios, enfermedad renal poliquística, aorta estrecha (estrechamiento aórtico), malformación arteriovenosa cerebral y antecedentes familiares de aneurisma cerebral, especialmente un familiar de primer grado, como un padre, un hermano o un hijo.
La mejor manera de prevenir tanto la aparición como la rotura de los aneurismas es actuar sobre sus factores de riesgo modificables: dejar de fumar, controlar la tensión arterial, evitar el consumo de alcohol y no consumir drogas.
Asimismo, se recomienda a las personas con dos o más familiares de primer grado que hayan tenido aneurismas que se sometan a un cribado mediante pruebas de imagen neurológica.
Aneurismas: cuáles son los tratamientos
Cuando se detecta un aneurisma no roto de forma incidental o tras realizar un cribado familiar, es necesario hacer una evaluación de las características de la dilatación y de la situación del paciente para decidir si se opta por vigilarlo o por intervenir quirúrgicamente.
Se considera que los aneurismas que miden más de 7 milímetros de diámetro tienen un mayor riesgo de rotura y, generalmente, se tratan.
Pero puede haber otras características que determinen la necesidad de operar aneurismas más pequeños: si crecen rápidamente, en personas con enfermedades que elevan el riesgo de rotura, dependiendo de la localización…
Por otro lado, no es lo mismo un aneurisma mediano en una persona joven, con muchos años de vida por delante, que en un individuo mayor, cuya menor esperanza de vida hace menos probable la rotura.
Al igual que en otras enfermedades, además de utilizar escalas de valoración del riesgo, los especialistas tienen en cuenta la opinión del paciente, ya que los procedimientos que se emplean para tratar los aneurismas no están exentos de riesgo de complicaciones.
Los procedimientos que se emplean con más frecuencia son: la cirugía abierta, en la que un neurocirujano lleva a cabo un clipado o grapado del aneurisma, que consiste en graparlo o ponerle un clip para separarlo de la circulación sanguínea cerebral; y el tratamiento endovascular, en el que mediante un cateterismo, el neurorradiólogo llega hasta el aneurisma e introduce en el interior una bobina o espiral (coil) para embolizar el aneurisma y, de este modo, excluirlo de la circulación cerebral. También se pueden emplear técnicas mixtas que combinan la cirugía abierta y la endovascular.
“Hoy en día, se ha desarrollado muchísimo la neurocirugía endovascular, un procedimiento muchísimo menos invasivo que el clipaje quirúrgico. Insertar un catéter en la arteria ya no solo se usa como método de diagnóstico, sino que, a través de él, se pueden enviar dispositivos que reparan, tapan o solucionan el daño que genera un aneurisma en la pared arterial”, finalizó el Andersson.