¿Cuál paz? ¿Cuál violencia?

¿Cuál paz? ¿Cuál violencia?

Millizen Uribe

El sociólogo noruego Johan Galtung, precursor en investigaciones sobre paz, violencia y conflictos sociales, determinó que hay diferentes tipos de paz: la negativa, dada por la ausencia de guerra, y la positiva, aquella en la que no existe violencia. Establece así que la ausencia de un conflicto bélico armado no significa que una sociedad esté en paz.

Sobre la violencia, Galtung determinó que además de la directa, dada por la agresión física o psicológica, existen la estructural, que forma parte de la estructura social e impide cubrir las necesidades básicas de las personas (alimentación, salud, educación, vivienda, trabajo, etc.) y la cultural (represión, explotación, marginación, racismo, machismo, etc.) basada en valores imperantes y que se utilizan para justificar y legitimar la violencia estructural y la directa y son raíces de esta última.

Partiendo de esta concepción no podemos afirmar que República Dominicana sea una sociedad en paz, ni que esa supuesta paz se vea afectada por protestas y movilizaciones ante la inconformidad con la no declaración de Loma Miranda como parque nacional. Eso no es violencia, sino el ejercicio de un legítimo derecho.

La violencia viene dada porque, por ejemplo, en el 2012, alrededor del 42% de los dominicanos “vivía” en pobreza y el 20.3% en indigencia, según datos de la CEPAL. Porque, de acuerdo a datos del Ministerio de Administración Pública, el 45 por ciento de los empleados públicos recibe el sueldo mínimo de 5 mil 117 pesos, mientras hay funcionarios que ganan más de un millón.

Porque de cada 100 pesos que produce el trabajo sólo 25 van a los empleados y 75 quedan en manos de los empleadores, según el economista Luis Vargas.

Porque en el 2012 la tasa de pobreza dominicana fue 32% más elevada que el promedio latinoamericano y había 1.38 veces más personas en condiciones de pobreza que en el 2000, de acuerdo a un informe reciente del PNUD.

No obstante se habla de paz porque se usa la educación formal y los medios de comunicación para legitimar la violencia estructural y presentarla como necesaria y normal.

Yerran las autoridades cuando ante llamados a protestas usan las fuerzas militares y policiales para “preservar la paz”. Esta no es una sociedad en paz y no lo será lanzando la Policía y el Ejército a la calle (que generan otro tipo de violencia), sino haciéndola políticamente democrática, socialmente justa y económicamente equitativa. Porque donde no hay justicia, nunca habrá paz real.

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