Muchos de los colaboradores de los tres partidos mayoritarios, todavía, por conseguir vigencia electoral siguen atados del faldón de sus fallecidos lideres y, por eso, nuestras elecciones parecen ser un desafío entre los muertos más que unas elecciones auténticas.

Es que hasta algunos jóvenes políticos también están agarrados a la tabla de salvación de los insignes fallecidos.

Tenemos que buscar alguna solución  al desenlace del drama de la política nacional, porque las enormes piedras que arrastra van por un sendero tortuoso y lleno de espinas, porque la corrupción lo abarca todo y está arraigada en la vida económica de la nación.

Basta con mirar el peso dominicano y su falta de un respaldo real, agotado como está en el enjambre de préstamos nacionales y las deudas pendientes a los prestadores de servicios nacionales.

Por suerte ya se viene manifestando la presencia de muchos jóvenes que están en edad de votar en las próximas elecciones, con una clara vocación de generación ética y que nos hace pensar en un nuevo amanecer.

Por tanto, no todo está perdido, alguna fuerza emergente deberá triunfar en los próximos comicios y la esperanza de una vida mejor emergerá del vacío moral que nos espanta; por tanto, podemos pensar que la democracia dominicana saldrá fortalecida, y los ciudadanos podrán vivir en paz y soñar de nuevo con una nueva república vigorosa y respetable.

Podríamos asegurar que aquellos políticos que se forraron de dinero con métodos no santos pagarán por fin por sus debilidades y lo que anden por esas calles tan campantes disfrutando de su botín, por fin  pagarán encerrados dentro de las cárceles que erigirán las nuevas generaciones; es decir, para ese día ya no se saltarán los códigos ni habrá jueces que encuentren trampas para burlarse de las leyes.