PARÍS. ¿Cuáles son las causas profundas de la Primera Guerra Mundial, que retrospectivamente aparece como el suicidio de una Europa en la cúspide de su poderío?

Explicaciones de dos historiadores a la AFP, el alemán Gerd Krumeich, profesor de la Universidad de Düsseldorf, y el irlandés John Horne, del Trinity College de Dublín:

Gerd Krumeich: «El conflicto lo originan sin duda las rivalidades generadas por el imperialismo de las naciones europeas.

A principios de siglo, todas consideran que un imperio es vital para su desarrollo, véase su desarrollo en un mundo regido por el desarrollo industrial y la competencia internacional. «El equilibrio europeo lo perturba la voluntad de Alemania, convertida en primera potencia industrial de Europa, de dotarse de un imperio colonial a la medida de su dinamismo.

Procede con bastante agresividad frente a las otras potencias: se lanza a una carrera de armamento naval que inquieta a Gran Bretaña, disputa territorios africanos a Francia, ayuda a la Turquía otomana, gran rival de Rusia, a modernizar su ejército.

«Estos intentos los contrarrestan las otras potencias y Alemania sale frustrada. Se siente cernida por ingleses, franceses y rusos, que a su vez se ven amenazados por las ambiciones alemanas y hacen bloque contra Berlín.

Esto acelera una carrera armamentista en 1912/1913, acompañada de una escalada del nacionalismo en Alemania y Francia.

En Berlín, los militares creen que la guerra se acerca y solo piensan poderla ganar si estalla rápidamente, antes de que Rusia pueda concluir la consolidación militar iniciada. Esto explica el papel clave de Alemania en el desencadenamiento del conflicto».

John Horne:  «Durante decenios, una rivalidad ideológica opone el principio dinástico y multiétnico de los imperios de Europa oriental al de la nacionalidad, encarnado por los Estados-naciones occidentales y basado en el principio de la soberanía popular.

El nacionalismo que toma forma en los Balcanes y en Europa del Este amenaza en particular a Austria-Hungría. «Por otro lado, el equilibrio europeo fue profundamente modificado por la unificación de Alemania en 1871, que le permite convertirse en una gran potencia mientras Francia declina lentamente.

Las rivalidades coloniales y económicas exacerban tensiones con otras raíces. «Un equilibrio entre ambos campos armados se instala progresivamente, regulado por una concertación entre las grandes potencias para evitar que las crisis regionales incendien el continente.

Esa concertación va a funcionar todavía durante las guerras balcánicas de 1912-13. Pero en julio de 1914 salta el mecanismo de seguridad.

«Si los responsables hubieran entendido la naturaleza de la guerra futura, no se habrían lanzado a ella con tanta desenvoltura. Pero consideraron que la guerra era una opción racional, sin duda un reto, que no transformaría la naturaleza del mundo en el que vivían».