Cuán importante es la prudencia

Cuán importante es la prudencia

Teófilo Quico Tabar

Un sacerdote amigo trató el tema de la prudencia. Esa que muchas veces resulta difícil poner en práctica, pero que es una de las virtudes más hermosas del comportamiento humano. Porque está íntimamente atada al carácter de cada persona. Sus impulsos y motivaciones, así como de la conciencia que éste tenga de la importancia de su conducta frente a la sociedad.
Sobre todo cuando las personas se hacen adultas, mayor conciencia deben tener de la importancia de la prudencia. Por madurez o enseñanzas debe saber distinguir la diferencia entre lo aconsejable o inoportuno. Lo que conviene o no en cada circunstancia. Lo que podría ocasionar disgustos o irritaciones. O incluso entorpecer cualquier proyecto que esté implementando. Propios o colectivos.
Debe tener conciencia de aquellas cosas que podrían provocar reacciones adversas. Analizar sus consecuencias. Tanto para el presente como el futuro. Para sí como a su conglomerado. Aprender cuando es tiempo de actuar, hablar o callar. Ya que una buena enseñanza reza que: muchas veces el silencio y la prudencia son tan buenos como la medicina para la enfermedad.
Entender que prudencia es sabiduría, sensatez, tacto, discreción, madurez, reflexión, ecuanimidad, tranquilidad, cautela, parquedad, equilibrio, reserva, mesura, etc., pero tener conciencia plena de ello.
Hay que ser prudente consigo, con los suyos y con los demás. Comportarse como le gustaría que los demás se comporten con usted. No hacer a otros lo que a usted no le gustaría que le hagan. Por eso es tan importante como difícil.
Importante y necesaria para quienes tienen que distinguir entre su conducta individual y su comportamiento frente a la colectividad. Pero qué difícil se hace para algunos poder distinguir o diferenciar entre lo que es su conducta individual o privada. En lo que respecta a su familia o negocios, con la que debe ser su conducta como persona con responsabilidades y obligaciones que van más allá de sus asuntos particulares. Cuando se realizan frente a la sociedad a la que probablemente les dio oportunidades de desarrollarse.
Qué difícil se hace la prudencia cuando las emociones obnubilan el pensamiento. Cuando la pasión ahoga la razón. Cuando los intereses rompen los límites de lo posible. Cuando se brincan todos los parámetros imaginables. Con sus propias familias o frente al resto de la sociedad. Eso les impide reflexionar. Y como consecuencia, no logran darse cuenta cuando actúan bien o mal. Y muchas veces, sin darse cuenta de que han caído en terrenos como la arena movediza, mientras más esfuerzos hacen para salir, más pueden hundirse.
Y en la desesperación por salir, si el que está a su lado es un amigo e incluso un familiar, pueden también hundirlo, aún sin ser su intención. Porque al desesperado, lo único que le interesa es poder salvarse a sí mismo. Aunque no quiera hacerle daño a los demás.
Por eso es importante la prudencia. Porque si se actúa adecuada o debidamente, difícilmente llegarán a colocarse en situaciones de las cuales tengan que vivir pendientes el resto de sus vidas. Sabias enseñanzas de un gran sacerdote.

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