Cuando amaban las tierras comuneras, la narrativa de Pedro Mir

Cuando amaban las tierras comuneras, la narrativa de Pedro Mir

Mir fue consecuente con las ideas vanguardistas que aparecieron en el país en la década del veinte y que se conformaron en la literatura de los años treinta cuando él comienza a publicar sus primeros poemas. Un aire de ruptura y transformación aparece en sus textos narrativos. Mir no quiso escribir a modo antiguo, sino insertarse en las corrientes que transformaban la narrativa desde los años de 1950 en Hispanoamérica.

Sus obras las podemos enmarcar, siguiendo a Antonio Benítez Rojo, en el Post-Boom latinoamericano. Momento en que se asientan las experimentaciones y los cambios narrativos que tuvo nuestra narrativa a partir de Le Nouveau Romain y la influencia de autores como James Joyce, Franz Kafka, William Faulkner y Marcel Proust. Aunque sus logros fueran más modestos que otros, la obra de Pedro Mir queda ahí para que el estudioso aquilate el espíritu renovador de las vanguardias en un autor que escribe su obra narrativa al socaire del triunfo que han tenido su obra poética.

En la narrativa de Pedro Mir encontramos, además de su vanguardismo centrado en la transformación de la forma, de la estructura de lo narrado, una escritura que centra el discurrir en la palabra, con todo el peso que el Parnasianismo había dejado en la poesía mediante la escritura de Rubén Darío. De ahí que se destaque la belleza de la prosa, el uso singular de la palabra en un lenguaje expresivo en que aflora la belleza como expresión estética.

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Cuando amaban las tierras comuneras (1978)

Esta obra que tiene un plan fundador que podemos encontrar en la particularidad de su género, es una novela de tesis. En este tipo de construcción narrativa el autor trata de demostrar unas ideas preexistentes. Conforman un conjunto de ideas que enmarcan el texto dentro de un producto que se deslinda de una preocupación intelectual. Asunto que no es de sorprender porque Pedro Mir demostró siempre tener una profunda preocupación epistémica que recorre la historia, la sociedad, la filosofía del arte, la lingüística, la semiótica y la política. Disciplinas en las que incursiona como ensayista o como ciudadano de una sociedad que busca una profunda transformación. Y es precisamente en la preocupación histórica donde debemos encontrar la génesis de esta obra.

El autor había escrito ensayos históricos de interpretación de la realidad dominicana, es decir, que buscaban a través del pasado explicar el presente dominicano. Estos son Tres leyendas de colores (Interpretación de las tres primeras revoluciones del Nuevo Mundo) El gran incendio: los balbuceos americanos del capitalismo mundial (1984) en los que el autor se ubica, no solo como un interesado en el pasado y filosóficamente en un historicista, sino en un intelectual de origen marxista que aporta muy temprano una visión muy particular de los procesos históricos en Santo Domingo.

Para encontrar cierta hipertextualidad entre esta novela y las obras históricas de Mir, debo citar, finalmente, su investigación La noción de período en la historia dominicana (1981). Con esta obra en tres tomos se completa el antecedente que podríamos ver como la base de la novela. Solo tendremos que agregar el aspecto político. Desde su postura intelectual, esta novela trata de demostrar que existió en el país un pasado en que el hombre dominicano no estaba determinado por la modernidad y su ética de trabajo que comenzó a vivir República Dominicana con la cañaverización o economía de enclave en las primeras tres décadas del siglo XX. También porque Mir entiende que la historia se desarrolla siguiendo una teoría que va de Vico a Marx, como ciclos que recurren, pero que se encuentran en estadios superiores.

Entonces, Mir se centra en la tierra como lo hizo en Hay un país en el mundo (1949). El problema agrario y la cancerización de la zona este, de donde viene Mir, es fundamental para entender sus preocupaciones intelectuales y políticas. Mir entiende que la modernidad lleva al país a una desarticulación del mundo creado en la isla luego de las devastaciones de Osorio a principios del siglo XVII. En ello intervienen la polémica de padre Cipriano de Utrera y Peña Batlle sobre este tema, y, finalmente, las lecturas de la obra Historia de Santo Domingo de Antonio del Monte Tejada. Cuando amaban las tierras comuneras, la narrativa de Pedro Mir

El hombre protodominicano se da cuenta que su reino es el de este nuevo mundo; se criolliza, abandona los pleitos cortesanos y se entrega a vivir en la tierra sin mucha aspiración a llevar sus productos a la metrópoli, es un mundo bajo España, pero sin España.

El protodominicano va a desarrollar una relación muy interesante sobre la tierra, porque ella será todo en su existencia. Por esa razón, la tierra es permanente y se busca no venderla. Por muchos siglos no existió un sistema racional de medida de la tierra, aunque los propietarios sabían dónde se demarcaba su posesión.

Los personajes de la novela, Bonifacio Lindero, Romanita, Urania, el profesor Villamán, Urbana y Silvestre son construcciones alegóricas en la que Mir simboliza la tierra, pero también la lucha del pueblo dominicano en cada etapa de su historia por alcanzar la libertad. Francisco Villamán es el hombre portador de la conciencia y quien actúa como iniciador de Silvestre quien, como Gregorio Urbano Gilbert, viaja de Puerto Plata a San Pedro de Macorís con la meta de integrarse a las guerrillas en lucha contra los interventores estadounidenses.

La figura de Villamán es interesante porque es el sabio que forja conciencia. Es la imagen del camarada maestro, que encontremos en obras como el Manuel en Les gouverneurs de la rosé (1944), del haitiano Jacques Roumain o el sindicalista Paco López en Mon Compère le général Soleil, (1955), de Jacques Stephen Alexis o Paco Ramos en Los derrotados (1955), del puertorriqueño César Andreu Iglesias. Es un personaje que porta el saber y es el actor del cambio ideológico de un personaje en su crecimiento y en la construcción de su accionar social.

Silvestre encarna la conciencia de la patria que ha sido puesta en peligro por la intervención estadounidense. Su conciencia está en las acciones de los héroes por la libertad en las Antillas. Es una ideología que se repite en las escuelas. De ahí que la novela trabaja la acción política en un contexto histórico que rompe con el tiempo y el espacio. Y que con Silvestre y Urbana terminará en el espacio urbano, en Santo Domingo o en Nueva York.

La teoría que Mir simboliza en su novela es que la intervención estadounidense fue un ruido que cambió el sistema de tierra en República Dominicana y creó una guerra social al desajustar el sistema creado por las devastaciones y el fracaso de la incipiente influencia burguesa con los rescates de la parte norte de la Isla. Un aspecto interesante es la presencia de Romanita que pone en tensión la relación entre el hombre y la mujer y la lucha de esta por desatarse del poder del macho.

La recepción de la obra ha ido en aumento desde su aparición en México por la editorial Siglo XXI en 1978. Distinguidos estudiosos como Antonio Benítez Rojo, Doris Sommer, Efraín Barradas, Rei Berroa, Lisa Davis, Elpidio Laguna, Rey Emmanuel Andújar, entre otros la han estudiado. Algunas de las críticas han buscado una revolución socialista en las Antillas (Lisa Davis, 1980), otras como la de Doris Sommer una perspectiva fundacional y un disenso son las ideas de la visión feminista de la mujer.
Mir, Pedro. Cuando amaban las tierras comuneras. Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2015.

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