Cuando el amor es una enfermedad

Cuando el amor es una enfermedad

Rafael Acevedo

La Biblia narra un caso célebre de amor erótico, de gran atracción sensual: el de David y Betsabé. Tan apasionado, que este hombre se olvidó de Dios y abusó de su poder de manera ruin y perversa. Muchísimas culturas no conocieron ese amor apasionado característico de nuestros tiempos, cuyas raíces están, más propiamente, en la evolución de las relaciones laborales y condiciones de vida del desarrollo industrial, que han llevado a la familia a ser una agrupación mínima, donde la consanguinidad y el afecto se reducen a la pareja y a sus hijos; y se desarraiga de la parentela, cargando toda dependencia emocional en la pareja y los hijos; y obligando a la célula familiar nuclear al éxito económico para sobrevivir como familia y como pareja. O sea, el respeto, la confianza, el afecto y todo lo demás dependen de la capacidad de la familia para sostenerse económicamente de acuerdo a los estándares socialmente establecidos.
Hay una profunda y fuerte tensión dialéctica entre la cantidad de afecto que requiere la unidad familiar, y la demanda de energía y esfuerzo que requiere la misma para adecuarse al sistema de expectativas de la sociedad consumista. La presión sobre las normas morales y el afecto que sustentan el matrimonio está de fondo en toda relación familiar nuclear, haciendo más probable los conflictos y las separaciones.
Que el hombre logre mantener un hogar estable (económica y afectivamente) es uno de los mayores galardones de la masculinidad sana. Para la mujer, mantener la armonía familiar y la tutoría afectiva y doméstica es su corona de flores. Como es visto diariamente, en nuestros países subdesarrollados, los miembros de la familia de clase media y baja tienen serias dificultades para mantener esos estándares.
Y cuanto mayor peso tenga la emotividad y el erotismo en la pareja, tanto mayor será el peligro de graves desavenencias y conflictos. Cuando el hombre falla en ser el proveedor y ella tiene que salir a trabajar, hay daño al sistema de equilibrio emocional erótico y domestico.
De fondo, el sistema capitalista industrial no apoya una familia extendida, más bien propicia la ruptura con la parentela, el vecindario, la región, país de origen, cultura y todo lo demás; y demanda nuevos sistemas de lealtades y de estabilizadores emocionales, entre los que el amor romántico y erótico es auspiciado e ideológicamente nutrido desde la industria hollywoodense.
Como tantas otras veces, la salvación del conflicto suele ser un elemento externo estabilizador y salvífico, que le quita la carga emocional y virulencia a los conflictos y desavenencias que la pareja ni el sistema pueden manejar ni soportar; siempre que sea colocado en el primer lugar: Dios. La Biblia insiste: Todo lo que se ponga en primer lugar en vez de Dios es idolatría, es perdición y extravío. Por ello, el amor romántico o erótico es más bien una enfermedad de la emotividad, y un pecado sin solución fuera de la fe. Y una bebida fuerte, que a veces salva…y a veces causa la muerte (dijo un poeta).

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