Cuando el baño de lujo se convierte en
obsesión colectiva

Cuando el baño de lujo se convierte en <BR>obsesión colectiva

WASHINGTON, EFE.- Lo de leer el periódico en el cuarto de baño está pasado de moda, al menos en EEUU, donde lo que impera ahora es ver la tele en el “jacuzzi”, escuchar música en duchas con múltiples chorros y deleitarse entre suaves aromas de bambú. Los que pese a la tentadora oferta se empeñan en utilizar esa habitación de la casa para dedicarse a la lectura pueden hacerlo en un soporte mucho más cómodo que el del servicio tradicional, al tener a su disposición inodoros con asientos caldeados, cisternas automáticas y hasta hidromasaje.

El lujo, eso sí, tiene su precio, y los que quieran darse el capricho del inodoro de alta tecnología tienen que estar dispuestos a aflojar más de 5.000 dólares por los modelos más sofisticados.

Ese es el coste del Toto Neorest 600, popular también entre el público nipón, que se comercializa con la elegante etiqueta de “trono”, y que se abre y cierra de forma automática a medida que se aproximan y alejan “las visitas”.

Los motivos de semejante fijación con el cuarto de baño no están del todo claros, pero los números revelan que el fenómeno ha alcanzado la categoría de obsesión colectiva.

Así, el informe anual de la revista “Kitchen and Bath Business Magazine” prevé que los estadounidenses se gasten este año 22.000 millones de dólares en baños de lujo, diez veces más que el gasto gubernamental de EEUU en investigación contra el sida y seis veces el presupuesto anual de un país como Kenia.

Algunos, como Michael Wandschneider, directivo de Kohler, una empresa de diseño de interiores con sede en Wisconsin, creen que el enfriamiento del sector inmobiliario explica en parte que el negocio de cuartos de baño suba como la espuma.

Según Wandschneider, el hecho de que los precios de las viviendas se hayan estancado y estén incluso a la baja en muchas partes del país lleva a los constructores a incluir cocinas y baños ostentosos con los que atraer a potenciales clientes.

“Las duchas de lujo son algo que no olvidan los que andan en búsqueda de vivienda”, dijo a Efe Wandschneider, quien aseguró que algunos de los modelos más aparatosos -con chorros que imitan el efecto catarata- se venden muy por encima de los 10.000 dólares.

Entre los artilugios que incorporan estas sofisticadas duchas figuran iPods y sistemas electrónicos que permiten programar la temperatura, la presión del agua y las canciones favoritas.

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