Cuando el exceso desvirtúa la Ley

Cuando el exceso desvirtúa la Ley

FRANCINI PLACENCIA
En cumplimiento del mandato legal que establece que toda publicidad relacionada con el alcohol debe ir acompañada de advertencias sobre los riesgos que entraña su ingestión, algunas vallas en las que se anuncian bebidas alcohólicas llevan la siguiente frase:  “El exceso de consumo de alcohol perjudica la salud”.

Esta aparente muestra de respeto a las normativas sanitarias contiene, sin embargo, una importante distorsión del texto de la Ley General de Salud, número  42-01. En efecto, si se lee con cuidado el artículo 123 de la citada pieza legislativa se advertirá que  no menciona la palabra exceso.

Podría pensarse que agregar el vocablo en cuestión no tiene mayor significación. Pero no. En primer lugar, los enunciados de las leyes no deben ser modificados con adiciones u omisiones de ningún tipo; en segundo, al no calificar la cantidad permitida, la Ley deja claro que lo que lesiona la salud no es sobrepasar un determinado límite de alcohol, sino su consumo per se.

Dado que el exceso es un concepto subjetivo, pues lo que es demasía para unos no lo es para otros, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone otro de mayor especificidad: el consumo de bajo riesgo.

Para la entidad internacional es de bajo riesgo todo consumo que representa una baja probabilidad de causar daños a uno mismo  o a los demás. En esta categoría caben la ingesta de una lata de cerveza, un trago de una bebida destilada como el whisky, la ginebra o el vodka, un vaso de vino o jerez o una pequeña copa de licor o aperitivo.

Como señala la OMS, y este es el espíritu de la Ley General de Salud, hay ocasiones en las que hasta un consumo de bajo riesgo puede implicar gran peligro.

Por ejemplo,  al conducir un vehículo de motor, manejar maquinaria pesada, durante el embarazo o la lactancia, cuando se toman determinados medicamentos o si se padecen ciertas condiciones médicas.

Si el citado accesorio altera el sentido de la Ley al infundir la falsa confianza de que “un par de  traguitos” no  hace daño y que el alcohol no es nocivo a menos que se abuse de él, ¿por qué permitir que los anunciantes adornen sus mensajes con palabras que la desvirtúan? ¿Se olvida acaso que el alcohol está implicado en la génesis de muchos males, incluyendo en tres de cada cuatro accidentes automovilísticos que se producen en el país?

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