Cuando el futuro disruptivo y el presente caminan juntos

Cuando el futuro disruptivo y el presente caminan juntos

Parte I
Desde el inicio de la humanidad, hemos pasado por múltiples revoluciones técnicas. Las tres revoluciones industriales y tecnológicas que ya han acontecido constituyen un impulso modernizador del Capitalismo, que, según el doctor Sombart, es un orden o sistema social y económico que deriva del usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción.
La primera revolución aconteció en Inglaterra de 1760 a 1830 y fue provocada por la introducción de máquinas de vapor e hidráulicas en el procesamiento del algodón. La segunda se desarrolló en los países avanzados de Europa y en Estados Unidos del 1860 al 1915; sus características fueron la producción en serie, la división del trabajo, el uso de los sistemas eléctricos, la industria química y el automovilismo.
La tercera revolución industrial se efectuó del 1962 al 2013; sus elementos más importantes: la incorporación de la microelectrónica y la tecnología de la información para automatizar toda la producción.
Ahora los expertos hablan de una cuarta revolución que se da a partir del recién pasado 2014 y los subsiguientes meses, caracterizada por la incorporación paulatina a los procesos, productivos y de servicio, de los robots inteligentes, las impresoras 3-D (tres dimensiones) y el ‘Internet de las cosas’ que permite que los objetos se comuniquen entre sí.
El concepto Industria 4.0 corresponde a una nueva manera de organizar los medios de producción y es consistente con la llamada Cuarta Revolución Industrial, enfatizando la idea de una creciente y adecuada digitalización y coordinación cooperativa en todas las unidades productivas de la economía.
El objetivo que busca alcanzarse es la puesta en marcha de un gran número de «fábricas inteligentes» capaces de una mayor adaptabilidad a las necesidades y a los procesos de producción, así como a una asignación más eficaz de los recursos, abriendo vías a estos nuevos cambios.
Las bases tecnológicas en que se apoya esta orientación son las siguientes:
– Internet de las cosas: Referido a la interconexión digital de objetos cotidianos con internet.
– Sistemas ciberfísicos: Integra capacidades de computación, almacenamiento y comunicación junto con capacidades de seguimiento o control de objetos en el mundo físico. Los sistemas ciberfísicos están, normalmente, conectados entre sí y, a su vez, con el mundo virtual de las redes digitales globales.
– Cultura hacedora o “Hágalo usted mismo”: Intereses típicos de los que disfruta la cultura “maker”, incluyen actividades orientadas a la ingeniería, como la electrónica, la robótica, la impresión 3D, y el uso de herramientas computarizadas en actividades más tradicionales.
– Fábricas 4.0: En estas los robots representan una proporción importante.
La velocidad con la que avanza la ciencia demuestra por qué la disrupción se ha convertido en una constante del mundo actual, en el que pareciese que no existen barreras para la creatividad y la mejora de un invento sorprendente. El mercado laboral no es ajeno a este asunto y el Foro Económico Mundial, WEF por sus siglas en inglés, prevé que el 35% de las habilidades que hoy son consideradas importantes perderán relevancia en un período de ahora a diez años.
Los oficios, que antes parecían indispensables, se verán, en cierto sentido, desplazados por aquellas tendencias del mercado que requerirán de otro tipo de profesional. Entre ellas, destaca la robótica avanzada, el transporte autónomo, la inteligencia artificial o la biotecnología, según lo explica WEF.
Anteriormente, ya nos referimos a esta situación: nos encontramos con un panorama que puede resultar paradójico; por un lado, altos niveles de desempleo a nivel mundial y, como consecuencia, a muchos jóvenes graduados se les dificulta asegurar buenos empleos relacionados con su campo de estudio. Por el otro, vemos un gran número de vacantes disponibles (5 millones en el área tecnología en Estados Unidos, mientras que el desempleo es actualmente un 5%, lo mismo pasa en la mayor parte de las naciones desarrolladas).
En el próximo artículo hablaremos de cómo esta situación incide en la educación y qué proyectos se están desarrollando para enfrentarla.

Investigadora asociada: Andrea Taveras.

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