Cuando el juez se parcializa

Cuando el juez se parcializa

Cuando las personas que creen en la democracia, en el libre intercambio de ideas y bienes, se desilusionan, porque el sistema en que han creído y apoyado no se corresponde con lo esperado, las bases en que se afinca un régimen se agrietan y en cualquier malbound se cae todo el estamento nacional, como ocurrió en 1965.

La edición del lunes 29 de marzo de 2004, del prestigioso periódico The New York Times, describe en su primer editorial «When the Umpire Takes Side», la maniobra que se realizó en el estado de La Florida durante las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos, cuyas consecuencias están aún por verse, después de la debacle que ya ha suscitado ese affaire.

El sistema gubernamental que los países del área imitan, se están resquebrajando en sus cimientos, el mismo rotativo universal expone en un editorial, de la misma fecha, titulado «Keeping Intelectual Borders Open» la censura establecida a las ediciones foráneas de libros cuya ideología colide con intereses creados ad hoc después del 11 de Septiembre. Una edición de un libro «Liberalismo» que estaba supuesta a publicarse en la editora Fidlar Doubleday 6255 Tecnology Ave. Kalamazzoo, U.S.A., a principios de este año, ha sido cancelada sin explicación aparente.

El prestigioso rotativo expone la situación que se presenta ante el ciudadano norteamericano, cuyas convicciones son ampliamente liberales y no admite que se juegue con su libertad, hasta el extremo de expresar, cuando se ha tratado de prohibir allá la tenencia de armas: «las armas podrán tomarlas de nuestros fríos dedos».

Naciones, como la nuestra, cuya ideología político social es imitación del régimen que prevalece en la gran nación del norte, han de ser cautelosas con su democracia, la desgracia que aflige hoy a naciones como Colombia, que se desangra y sufre un divisionismo disociador y cruel, es consecuencia del resquebrajamiento que sufren las instituciones, las cuales constituyen columnas en que descansa el sistema y en las cuales la ciudadanía ha tratado de creer y apoyar. El hecho que en otras regiones se desnaturalicen los principios en que descansa la sana convivencia, no justifica que en nuestro medio sucedan cosas iguales. Es muy riesgoso permitir que la confianza en las normas que ha de observar y preservar el régimen, se vulneren para dar paso a malsanos intereses u obstinadas conductas de partidos.

Muchos, sino todos, los programas que se realizan en nuestro medio, vienen enlatados desde el exterior y son de muy dudosa solvencia moral, como son el mantenimiento de indolentes en barracas subsidiados por el gobierno norteamericano, individuos que ponen a la vanguardia cuando se les necesita para ser carne de cañón.

Muchos de los programas que se aplican en el país, son imitaciones de wellfare que funciona en Norteamérica, programa que absorbe la mayor parte del presupuesto de esa nación y que tendrá para ella alguna justificación, para un país pobre como el nuestro mantener personas improductivas, porque así conviene a la política imperante, es altamente lesivo al destino nacional.

Preciso es que los líderes orientadores de la ciudadanía, saquen de la cabeza al ciudadano común la idea que el Estado es un filántropo, proveedor de bienes y servicios gratuitos, bienes y servicios que siempre hay que pagarlos y no son precisamente los políticos ni los ricos quienes los pagan, como ha quedado demostrado con los precios actuales de todo lo que se compra y consume. Esos altos precios son consecuencias de las dádivas y ayudas que el Estado provee y que, como todas las fiestas de derroches, inexorablemente presenta la cuenta.

La avalancha de precios amenaza continuar hasta el infinito, como ocurrió en Bolivia hace unos años, cuando un boliviano relataba a un dominicano que visitaba ese país, que con lo que él había comprado su casa, el año anterior, en el momento que conversaban sólo podía comprar una cerveza. En Argentina ha ocurrido algo similar y no han sido los laboriosos argentinos los que han ocasionado ese desastre, ha sido el complaciente y derrochador gobierno que han orquestado los políticos de esa nación.

Mantenernos imitando el sistema gubernamental y la política económica de Estados Unidos puede conducirnos a una situación que para la nación del norte resulte manejable y para nosotros conlleve un desastre. Allá el «Umpire Take Side» y el costo quizás se pueda cubrir, aquí los recursos son muy famélicos y su mala administración puede acarrear males que sólo nos correspondería lamentar.

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