Cuando el licor deja de ser divertido

<p>Cuando el licor deja de ser divertido</p>

POR  DR. EDGARDO GAITÁN
Nuestra sociedad se ve frecuentemente sacudida por acontecimientos relacionados con la actuación de personas bajo la influencia de bebidas alcohólicas, accidentes de tránsito, episodios de violencia hogareña y en lugares públicos.

A pesar de todas las advertencias acerca de combinar licores con las tareas del manejo de vehículos, el mortal coctel de gasolina y licor lleva dolor a alguna familia cada fin de semana o cada día libre.

La ingestión de pequeñas cantidades de licor produce inicialmente una disminución de las inhibiciones conductuales en el cerebro, es decir una sensación de libertad o envalentonamiento. Algunas campañas publicitarias de sustancias alcohólicas inducen a asociar el consumo de licor con la consecución de grandes logros, como un auto de lujo o de gran potencia, con tener mucho poder y dinero o lindas mujeres.

Algunas personas guiadas por esta falsedad conducen un auto con la idea de que manejan mejor con unos tragos entre pecho y espalda.

Nadie dice que no

Ningún sector de la sociedad escapa, y vemos así, jóvenes de familias pudientes acabar con sus propias vidas y las de otros jóvenes de familias humildes que, al apagar la luz de sus vidas, se llevan con ellos los esfuerzos y sueños de progreso de sus familias.

Profesionales de todos los campos: abogados, médicos, pilotos, ingenieros, terminan con sus vidas en un instante o quedan con lesiones y discapacidades graves. La estadística dice que por cada víctima fatal de accidentes de tránsito se producen 10 víctimas que vivirán con secuelas físicas y mentales.

El costo económico de estos accidentes es enorme, billones de dólares cada año. Billones en pérdidas de bienes como vehículos, daños a las vías (puentes, barandas, semáforos), billones en gastos médicos directos y muchos billones más en «lucro cesante», o sea lo que se dejó de ganar por no trabajar debido al «accidente».

Cantidad de alcohol en la sangre en miligramos por cien centímetros cúbicos de sangre

20/ Se siente bien. Percibe mínimo o nulo efecto sobre su desempeño.

40/ Capaz de «dejarse ir» socialmente, se siente «a tope». Conquistador, listo para el «levante» de la semana. Peligroso si conduce a gran velocidad.

60/ El juicio queda disminuído. Incapaz de adoptar decisiones importantes. La conducción se hace sin medir los riesgos.

80/ Pérdida grave de la coordinación. Conducción peligrosa a cualquier velocidad.

100/ Tendencia a perder el control sexual, aunque quizás se duerma antes de la «acción». Torpeza de movimientos, se derrama la copa encima o pierde el paso.

160/ Obviamente embriagado. Posiblemente agresivo. Incontrolado. Puede sufrir de pérdida posterior de memoria de los acontecimientos (excusa común y muy conveniente para no asumir responsabilidad).

300/ A menudo, incontinencia espontánea. Mínima capacidad de excitación sexual. Puede caer en la inconsciencia y llegar al coma.

500/ Susceptible de morir si no recibe atención médica.

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