Cuando el sacerdote habló del tiempo de Adviento

Cuando el sacerdote habló del tiempo de Adviento

Cuando el sacerdote hablaba del inicio de Adviento, explicando que consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo y  que su duración aproximada es  22 a 28 días, ya que dicho período lo integran necesariamente los cuatro domingos más próximos a la festividad de la Natividad, se vieron  los rostros de los feligreses asistentes a la misa, alegres y  complacidos por la explicación sencilla en que lo hizo, pero como también expresó que Navidad o Natividad no significa arbolitos, lucecitas, nacimientos, bebidas, música y comida, sino sobre todo reflexión, se notaron algunos gestos diferentes.

La forma en que lo dijo  pudo ser  interpretada  como un reproche a quienes acostumbran a adornar sus hogares  con cosas alusivas al niño Jesús y a las Navidades, cosa que no fue así, pero como muchos de los presentes en la celebración dominical acostumbran o tienen familiares que les gusta desde el inicio de diciembre y algunos desde finales de noviembre, escuchar villancicos y música con motivo navideño, poner arbolitos, nacimientos, luces en diferentes lugares, hacer aguinaldos, comidas y cenas entre familiares y amigos, así como un sin número de actividades especiales de la época, se sintieron aludidos.

El sacerdote tenía razón al señalar que Navidad no es solo arbolitos, luces,  nacimientos y música, sino reflexión y preparación espiritual,  pero hay que tener en cuenta que se trata de una bonita tradición que debe estimularse, porque independientemente de que para los que creemos es un período de recordación y veneración del nacimiento del hijo de Dios, además de cristiana es una fiesta familiar, amigable, sana, integradora y estimulante.

En esta época navideña las mentes se llenan de recuerdos. Creyentes y quienes se resisten a serlo por diferentes razones, les guardan respeto y disfrutan de esa bonita tradición. Casi todo el mundo, aunque no lo admita, tiene un especial sentimiento en esta época de Navidad, en abundancia o en estrechez, en el gobierno o en la oposición, aquí o allá.   En hecho es que Adviento y Navidad, o como usted  lo quiera llamar, es un período en que se abren los corazones y todo el mundo se desea felicidad y prosperidad.  Se reafirma la familiaridad y la amistad. Se recuerda, se alegra y se entristece, pero todo a causa de ese niño que nació en Belén, que habló de amor y perdón  y que cada quien, aún los que se resisten,  llevan dentro.

Época para que los que han tenido dificultades o malos entendimientos en diferentes actividades y hasta en las propias familias, se reencuentren, se perdonen o simplemente se excusen mutuamente, porque eso fue parte importante de lo que enseñó ese niño que festejamos su nacimiento cuando se hizo hombre.

A pesar de las bellaquerías, latrocinio, excesos y atropellos que cometen algunos, el pueblo dominicano es bueno, bondadoso, amigable y solidario. Se merece y les deseamos felicidad y prosperidad, no solo en Navidad, sino todo el tiempo.

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