Cuando el tiempo está de su lado…

Cuando el tiempo está de su lado…

Entre todas las bebidas que existen es cierto que el vino es la que mejor puede aprovechar el tiempo. Al ser un líquido viviente, necesita  respirar. Por esto se acostumbra, cuando se tiene el tiempo o se piensa por adelantado, abrir la botella unas horas antes de servirla para que despierte, diríamos, y pierda lo que se llama la enfermedad de la botella. ¡Verá que es otro vino!

Sí. El hecho de estar en contacto con el aire causa cierta oxidación, el caldo se redondea y mejora. Ojo, esto es para los tintos. Los vinos blancos, por su naturaleza no necesitan casi aire. Compruébelo, si recuerda y puede hacerlo, abra la botella de vino tinto una hora y media antes de servirla, no olvide dejarla en un lugar fresco.

El tiempo ideal está entre hora y media hasta tres horas.

Esta práctica simple es recomendable especialmente para los vinos jóvenes que aún no están en su punto. A los vinos muy afrutados usualmente no les hace gran cosa. Por supuesto, en un restaurante esto no es posible. A veces, si son numerosos los comensales y se comienza con otro vino, se puede pedir que se abra rápidamente el tinto de resistencia para que adelante.

La excepción definitiva a esta practica útil son los vinos viejos; éstos no deben de ser abiertos antes, salvo cuando van a ser puestos en garrafas y servidos inmediatamente. Por vinos maduros –para no decir viejos– entendemos por caldos de mas de 25 años según su añada y bodega.

El lector debutante puede seguir hasta donde dice ‘En fin…’.

Aquí viene la parte intrincada de esto. Un primer pardo clasificado de Burdeos (Premier Grand Cru Classe, igual a un Grand Cru de Borgoña) no está viejo a los 25. Mientras que un quinto, es decir, un quinto pardo clasificado, un cuarto, tercero y hasta algunos pero pocos segundos de la misma clasificación lo serán y, depende de cual tercero, etcétera.

 También depende de la añada y quién y cómo hacían el vino.

Un ejemplo de esto es el error que cometió un experto que fue maestro mío: para la cena había dado la orden, como solía hacer, de que pusieran en garrafa una hora antes el vino. Esta vez era un chateau Margaux de 1955.

Estaba sentada a su lado cuando lo probé, solo lo miré… Se excusó conmigo, los otros ni se dieron cuenta que el magnífico Chateau Margaux había desaparecido, les valía sólo saber la añada y que era famoso.

En fin, encuentro que si tiene el tiempo y puede abrir la botella una hora y media antes, para los tintos funciona muy bien, aunque algunos vinos reaccionan mejor con más tiempo. Hay que probar ¡y no es equívoco!

¡Santé!

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