Cuando el todo o nada es una ilusión

Cuando el todo o nada es una ilusión

César Pérez

Como es natural, entre los grupos, personas y “personalidades” que interactúan en los procesos organizativos de las actividades del Movimiento Verde se están profundizando los diversos puntos de vistas que ellos tienen sobre el carácter de este movimiento y la direccionalidad que entienden este debería tener. Es la llamada crisis de crecimiento que generalmente sucede en fenómenos político/sociales de esa naturaleza que se expresa como una no correspondencia entre el sostenido incremento de la gente que de diversas formas participa de ese movimiento con los niveles de organización y claridad de objetivos parte de sus principales promotores/animadores y sobre hacia dónde dirigirlo y cómo hacerlo.
Hay un determinado grado de coincidencia entre la pluralidad de los animadores del Movimiento Verde, en cuanto a la necesidad de hacer esfuerzos y hasta concesiones entre ellos para llegar a acuerdos mínimos para mantener el significativo incremento de la simpatía de la gente hacia el Movimiento. Eso es bueno, pero en los procesos políticos si las decisiones no se toman a tiempo las consecuencias suelen ser funestas. Las fuerzas político/sociales reclamadas progresistas tienen las suficientes experiencias de oportunidades perdidas para producir los cambios sustanciales demandados por la sociedad, la ilusión del todo o nada y las excusiones antojadizas, han dado al traste con esas oportunidades. En general, la conciencia de esa circunstancia mantiene el relativo grado de unidad de acción del Movimiento Verde.
La historia de la lucha política es pletórica de pactos o acuerdos entre las fuerzas de un movimiento (lo esencial) y de este con su adversario principal. Habitualmente, cuando un gobierno y el partido que lo sostiene se encuentran en una situación en que algunos dirigentes son conscientes de que no podrán seguir gobernando como antes a veces logran imponer sus posiciones al interior de ese partido o gobierno, produciendo en estos una proclividad hacia acuerdos o pactos formales o informales con la oposición. Eso no ha sucedido en partido/gobierno que tenemos, por lo cual la idea de algunos sobre un eventual pacto con esa colectividad no se vislumbra. No parece posible, no porque de ella brote pus por todas sus partes, sino porque hasta el momento no está preparada para pactar cuestiones sustantivas.
Este partido/gobierno no está más podrido que, como en su momento lo estuvieron el pinochetismo en Chile, el Apartheid en Sudáfrica, el franquismo en España o uribismo/santismo en Colombia, y esos gobiernos pactaron con una oposición donde, por ejemplo, descollaron gente de la estatura moral, ética y política de Mandela y Santiago Carrillo. Por lo cual, quienes plantean un eventual pacto con este gobierno no deben ser demonizados, porque si las circunstancias lo impusieran, y si la mayoría estuviera de acuerdo sería de responsabilidad política asumirlo. En los países arriba referidos se produjeron fisuras en los gobiernos o partidos y tanto sus principales dirigentes como los de la oposición entendieron que era posible producir una transición que, queriéndola o no, la realidad les impuso.

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