Cuando el zapato enferma al pie

Cuando el zapato enferma al pie

En la sociedad de hoy, en lugar de tomar el calzado como una prenda para evitar dañarnos los pies cuando pisamos, lo tomamos como un complemento del vestuario y nos fijamos más en el color y la moda que en si es cómodo y flexible. Por eso, el calzado se ha convertido en el peor enemigo de nuestros pies, provocándonos los siguientes problemas:

Callos y durezas. Son cúmulos de piel causados por el roce de ésta con un zapato muy estrecho o ajustado. Lo ideal es acudir al especialista (podólogo) para la deslaminización de la zona y quitar el callo. Los parches y pomadas son abrasivos y lo que hacen es quemar la piel, pero lo normal es que quemen la zona que hay alrededor de la dureza o del callo, ya que es una piel más fina.

En algunos casos se aconseja utilizar plantillas ortopédicas que compensen las zonas de sobrecarga que provocan los molestos callos. También se pueden emplear ortesis de silicona para cuando aparecen entre los dedos (más conocidos como ojos de gallo). La visita al podólogo debe realizarse cada dos o tres meses para impedir que ese callo se haga mayor y evitar el dolor y la molestia.

Verrugas plantares o papilomas. Son infecciones de las células de la piel provocadas por un virus. En otra zona del cuerpo crecen hacia fuera, pero en las plantas de los pies, por la presión que se desarrolla, lo hacen hacia dentro. Como otra infección, se contagia por contacto. Nunca hay que tratar de eliminar la verruga por tu cuenta, ya que se pueden producir infecciones y hemorragias. Hay tratamientos farmacológicos para que no reaparezcan.

Uñas encarnadas. Las uñas crecen incrustándose en la piel. Puede llegar a ser muy doloroso e infectarse. Suelen estar provocadas porque se cortan mal las uñas. Es conveniente cortarlas rectas sin apurar demasiado y limar los bordes para que no queden cortantes. Si las uñas son muy duras, están deformadas o son quebradizas, acude a un podólogo.

Hongos. El calor y la humedad son el hábitat ideal para los hongos. Para prevenirlos hay que secarse bien los pies y utilizar polvos de talco, sobre todo las personas que padecen hipersudoración en las extremidades inferiores. Para curarlos, acude a un especialista, que recetará un tratamiento antifúngico. Además, se deben tomar medidas de precaución en piscinas y duchas públicas, como usar zapatillas de playa.

Juanetes. Son la deformación del dedo gordo del pie (a veces, del meñique). Se trata de una inflamación en la bolsa serosa que sirve de cojín en el exterior de la articulación. La zona se muestra caliente, enrojecida y dolorida, y surgen problemas al calzarse y caminar. Suelen aparecer por llevar calzados muy estrechos en la puntera. También puede tener un origen hereditario. Hoy día, operarse de juanetes es sencillo. Se puede realizar con técnicas de mínima incisión, en las que el postoperatorio es bastante corto. De igual manera, la cirugía tradicional, con una buena técnica, también da resultados satisfactorios, aunque el postoperatorio es algo más largo.

Dedos de martillo. Los dedos del pie se encorvan como si fuesen una garra, y en la punta de los dedos aparecen callos. La causa, una vez más, se encuentra en unos zapatos inadecuados, con un tacón muy elevado. Como en los juanetes, el tratamiento pasa por la cirugía. Y se suele utilizar ortesis de silicona para aliviar las molestias.

[b]LA LISTA DE LA COMPRA DEL ZAPATO[/b]

En primer lugar, debes saber que la morfología del pie cambia a lo largo del día. Es mejor comprar el zapato a última hora de la tarde.

Como no tenemos un pie igual a otro, pruébate los dos zapatos.

Fíjate en que el zapato te vale tanto de largo como de ancho. La suela debe ser flexible, aunque resistente.

El tacón debe medir entre dos y cuatro centímetros. Si es más alto puede causar trastornos en los pies.

El material ideal es el cuero y la piel, ya que son flexibles y permiten la ventilación zapato.

[b]LOS TERRIBLES EFECTOS DEL TACÓN.[/b]

Los zapatos de tacón alto y punta estrecha (con la colaboración de las medias) suponen para el pie una tremenda tortura, ya que agraden sus estructuras esqueléticas. El peso se carga sobre la puntera del pie, que poco a poco se va encogiendo. Aparecen entonces las alteraciones digitales, los juanetes… Las punteras finas, por su parte, provocan los juanetes en los dedos gordos, pero a veces, y en los casos más graves, también en los meñiques.

Para muchas mujeres el problema radica en que el tipo de calzado saludable casi nunca resulta estético. Una solución es utilizar el zapato más adecuado para el momento concreto. Desde luego, no queda bien andar con zapatos anchos y sin tacón en un acto social vestida de traje de chaqueta. Pero si sólo nos los ponemos cuando entramos a trabajar, por ejemplo, y en el camino de casa a la oficina utilizamos un zapato exclusivo para andar, nuestros pies nos lo agradecerán.

[b]ASI DEBEMOS CUIDAR LOS PIES[/b]

Lava y seca bien los pies, sobre todo entre los dedos, para evitar que aparezcan hongos.

Aplica a diario una crema hidratante.

Acude periódicamente al podólogo.

Usa zapatos con la anchura adecuada, blandos, de piel, sin costuras en el antepié.

Dispón de, al menos, dos pares de calzado para dejar airear un par cada día.

Conviene que los calcetines sean de lana o de algodón. El nailon y la fibra aumentan la sudoración y el riesgo de padecer hongos.

Caminar descalzo es una gran terapia. En casa anda sin zapatos, protegiendo tus pies con unos sencillos calcetines con antideslizante en la suela para evitar caídas.

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