Cuándo es saludable y cuándo contraindicado

Cuándo es saludable y cuándo contraindicado

POR ANNA JIMÉNEZ
Hoy en día de cada dos matrimonies uno termina en divorcio y muchas de las parejas divorciadas tienen niños. Los padres que se están divorciando a menudo se preocupan acerca del efecto que el divorcio tendrá en sus hijos.

Durante este período difícil, los padres puede que se preocupen por sus propios problemas, pero continúan siendo las personas más importantes en la vida de sus hijos.

Mientras los padres bien pueden sentirse o desconsolados o contentos por su divorcio, invariablemente los niños se sienten asustados y confundidos por la amenaza a su seguridad personal. Algunos padres se sienten tan heridos o abrumados por el divorcio, que buscan la ayuda y el consuelo de sus hijos. El divorcio puede ser malinterpretado por los niños a no ser que los padres les digan lo que les está pasando, cómo les afecta a ellos y cuál será su suerte.

Los niños con frecuencia creen que son la causa del conflicto entre su padre y su madre. Muchos niños asumen la responsabilidad de reconciliar a sus padres y algunas veces se sacrifican a sí mismos en el proceso. En la pérdida traumática de uno o de ambos padres debido al divorcio, los niños pueden volverse vulnerables, tanto a enfermedades físicas como mentales. Con mucho cuidado y atención, sin embargo, una familia puede hacer uso de su fortaleza o de sus factores positivos durante el divorcio, ayudando así a los niños a tratar de manera constructiva con la solución al conflicto de sus padres.

Los padres deben percatarse de las señales de estrés persistentes en su hijo o en sus hijos. Los niños pequeños pueden reaccionar al divorcio poniéndose más agresivos, rehusándose a cooperar o retrayéndose en sí mismos. Los niños mayores pueden sentir mucha tristeza o experimentar un sentimiento de pérdida. Los problemas de comportamiento son muy comunes entre estos niños y su trabajo en la escuela puede afectarse negativamente. Ya sea como adolescentes o como adultos, los hijos de parejas divorciadas a menudo tienen problemas en sus relaciones y con su autoestima, por que los padres no supieron manejar el proceso adecuadamente.

Los niños tendrán menos problemas si saben que su mamá y su papá continuarán actuando como padres y que ellos los seguirán ayudando, aún cuando el matrimonio se termine y el padre y la madre no vivan juntos. Las disputas prolongadas acerca de la custodia de los hijos o la coerción a los niños para que se pongan de parte del papá o de la mamá, les pueden hacer mucho daño a los hijos y pueden acrecentar el daño que les hace el divorcio.

  Las investigaciones demuestran que los niños se desarrollan mejor cuando los padres tienen la capacidad de cooperar para su bienestar.

  La obligación continuada de los padres por lograr el bienestar de los hijos es vital. Si el niño muestra indicios de estrés, los padres deben consultar con su médico de familia o con su pediatra, para que los refiera a un siquiatra de niños y adolescentes, a fín de que le haga una evaluación y les dé tratamiento. Además, el siquiatra de niños y adolescentes puede reunirse con los padres para ayudarles a que aprendan qué hacer para que el estrés del divorcio sea más fácil para toda la familia.

  La psicoterapia para los niños de una pareja divorciada y para los padres divorciados puede ser de gran beneficio.

  Cómo saber que el divorcio es conveniente.

Muchas parejas disfuncionales mantienen sus matrimonios como una especie de pantalla a sus amigos, familiares y hasta clientes. Procuran esforzarse al máximo para “aparentar” ser los más equilibrados, cuando en realidad su relación pende de un hilo. Cuando hay hijos la situación se complica, pues por lo general son la “excusa perfecta” para mantener una relación que, a fin de cuentas (luego de haber sacado un balance imparcial y frío), les causa más mal que bien.

Hay matrimonios de los que solo queda el nombre, que por los hijos o por cobardía se quedan rezagados, confundidos o infelices y sin querer se dañan a sí mismos y a sus familias.

Si el niño está viviendo situaciones no idóneas, por ejemplo, de constantes peleas, discusiones que terminan en maltrato verbal o físico, problemas de alcoholismo o drogas, y que el ejemplo de su padre y/o madre no sea el más adecuado, será más beneficioso para él que sus padres se separen.

Está comprobado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos, que cuando deciden vivir separados.

Los niños quieren sentir que sus padres son felices. Es importante considerar que al tomarse la decisión de separarse, que se analice primero la relación con los hijos, los cambios que estos pueden sufrir, las razones que tendrán que presentar a los hijos y, sobretodo, que su decisión no afecte ni comprometa las necesidades básicas de los niños. El niño continuará necesitando cariño, de cuidados, de atención, de apoyo, comprensión, etc.

Padres separados e hijos

Aunque separados, la pareja ya no es una pareja de matrimonio, pero jamás dejará de ser una pareja de padres para sus hijos. No se puede olvidar que los niños tienen derechos y necesidades básicas como la alimentación, el alojamiento, el cuidado médico, la educación, la vestimenta, en resumen, atenciones de todo tipo. Los niños sólo se sentirán seguros si existe un clima de confianza, respeto y de afecto con sus padres.

Considerando estos derechos, los padres deberían ofrecer una educación basada en valores como el optimismo, la responsabilidad y la familia, brindando a sus hijos con una convivencia civilizada, integradora y social, observando el comportamiento de sus hijos y estando a su lado en todas las horas en las que necesiten y no solo durante las establecidas visitas. Todo eso, aparte de las obligaciones naturales que conlleva el ser padre y/o madre.

 

CÓMO HABLAR DEL DIVORCIO

El hablarle a los niños acerca del divorcio es difícil. Los siguientes consejos pueden ayudar a los niños y a los padres con el reto y el estrés sobre estas conversaciones:

  No lo mantenga en secreto o espere hasta el último momento.

  Infórmeselo a su niño junto con su cónyuge.

  Mantenga las cosas de manera simple y directa.

  Dígale que el divorcio no es culpa de él/ella.

  Admita que ello será penoso y desconcertante para todos.

  Asegúrele a su niño que los dos todavía lo quieren y que siempre serán sus padres.

  No discuta con el niño las faltas y problemas de cada uno de ustedes.

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