¿Cuándo estamos frente a un lunático?

¿Cuándo estamos frente a un lunático?

Todo el mundo ha escuchado o dicho “lunático” a otra persona. Es común utilizar este término cuando entendemos que alguien tiene un estado de ánimo bien cambiante.

Pero, ¿cuáles son las principales características de un “lunático”?

La psicóloga clínica de Alas Formación & Apoyo, Sylvia Patricia Chabebe, explica que la persona temperamental o lunática es la que un día esta efusiva y alegre, pero al otro día no quiere ni que lo miren. En ocasiones cualquier palabra puede irritarlas, e incluso llevarlas a actuar con agresión.

“Asimismo, es una persona con una vida inconstante, inestable emocionalmente, que se altera fácilmente, que tiene una imaginación exagerada, extremadamente sensible y tiene mecanismos de defensa absurdos para los demás”, indica la especialista.

Chabebe dice que en algunos casos más severos, el comportamiento del lunático está acompañado de gestos y de ademanes exagerados muy característicos.

La profesional de la conducta humana explica que otras señales más notables para poder identificar a este tipo de personas son la falta de control de la ira, el pasar de un estado normal a la ansiedad, irritabilidad o tristeza, tener sentimientos de vacío y soledad, confusión de su propia identidad e impulsividad en su comportamiento.

“La psicología explica que en el fondo una persona que cambia de temperamento a cada instante esconde algo más en su interior que un simple mal humor: son personas con una sensación de vacío en el alma, que se sienten completamente solas y que sienten que nadie aparecerá a ayudarles”, señala la psicóloga.

Chabebe indica que detrás de ese constante cambio anímico se esconde una gran tristeza. “En vez de llorar es más fácil pelear con los demás; sienten que así se defienden, ya que la rabia es vivida como fortaleza y la tristeza como debilidad, mediante una creencia inadecuada de la sociedad. Generalmente son personas que tienen miedo y pueden haber vivido experiencias en las que sintieron mucho temor o impotencia cuando eran niños”.

¿Puede mejorar esta condición? Sylvia Patricia Chabebe dice que no todo está perdido para una persona lunática.

Explica que Intentar tener un comportamiento más estable no es fácil y más si no se tiene ningún tipo de ayuda profesional, dice la especialista. Esto -continúa- se debe principalmente a que hay que buscar el origen de ese vacío que sienten, que es mayormente una pena o dolor en los vínculos con los padres.

“Seguir un proceso de búsqueda interior con un profesional es una muy buena forma de comprender, de crecer y soltar los asuntos pendientes”, aconseja.

Recomendaciones de la profesional. Además de la psicoterapia, luego de su correcta identificación, tanto la hipnosis clínica como la meditación son herramientas terapéuticas que, bien sea aplicadas de forma directa o como complemento a un tratamiento médico, pueden ayudar en gran medida a la solución de la dolencia. “La medicina bioenergética, la acupuntura, el yoga y demás prácticas alternativas pueden ayudar a mejorar la sintomatología, principalmente el estrés”.

Finalmente, la profesional aconseja que aunque es normal que nos enojemos y sintamos tristeza, debemos de estar alerta cuando ya han pasado semanas y seguimos deprimidos o cambiamos en un minuto de la euforia a la melancolía. De ser así, debemos de buscar ayuda.

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El término

La psicóloga Sylvia Patricia Chabebe dice que en nuestra sociedad existe una confusión con respecto al denominado “lunático”, que se puede definir de diferentes formas: (1) Persona que tiene cambios bruscos de carácter o de humor sin explicación, (2) Que sufre locura en determinados momentos, (3) Que tiene una enfermedad mental o (4) Que está perdido en sus pensamientos, o sea está “en la luna”.

¿Qué dicen los profesionales?

En la psicología, una persona lunática es aquella que la sociedad define básicamente como temperamental. “El ‘lunático’ sufre cambios bruscos de carácter o humor, son personas que tienen el carácter muy variable, que son impredecibles y que en ocasiones demuestra falta de sentido común y capacidad de reflexión. El origen de esta expresión nos llega desde la Roma antes de Cristo donde ya se utilizaba el término “lunaticus” para referirse a aquellas personas que sufrían trastornos en sus actos y personalidad a causa de las fases lunares”, indica.

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