Cuando hay mucho que corregir

Cuando hay mucho que corregir

Puso Shakespeare en boca de Helena, uno de los personajes de una obra (cuyo título no se presta a una buena traducción -All’s Well that ends Well- que “Las empresas extraordinarias parecen imposibles a los que, midiendo la dificultad natural de las cosas, imaginan que lo que no ha sucedido no puede suceder”.

A mi ver,  quienes de tal modo piensan, se equivocan. A diario suceden en el mundo cosas insoñables. La gran crisis económica que ha trastornado a esa Europa que logró  la creación de la  Eurozona, el manejo insensato del dinero, las diferencias magnificadas entre quienes resbalan de una clase media hasta la miseria, el auge de la criminalidad en sus múltiples vertientes, la impunidad que campea entre los poderosos de cualquier aspecto. todo eso. Lo de un presidente negro en los Estados Unidos, ahora reelecto por la fuerza de  minorías raciales y económicas ¿No es eso nuevo, algo que nunca había sucedido y sucedió? 

De lo que se trata es de corregir males, de que los inevitables cambios sean para bien, para que terminen bien, “That ends Well”, como señala el título de la obra teatral del inmortal Will de Stradford-on-Avon, y antes apuntó Bocaccio en su Decamerón.

Aquí tenemos mucho que corregir. Y no hay espacio para escaramuzas ni esperas. Ya sabemos que el Presidente Medina recién empieza su función, pero es que en su triple oferta de campaña electoral, incluyó “Hacer lo que nunca se hizo”, y este cierre de propósitos, posiblemente más que los multimillonarios recursos que invirtieron los manejadores del erario con su efectiva técnica de comprar conciencias, esta tercera parte de su oferta “Hacer lo que nunca se hizo” -repito- fue la que más peso tuvo para levantarlo a la Primera Magistratura del Estado.

¿Qué es lo que nunca se ha hecho?

Manejar con honestidad y sin miedo los recursos nacionales. El dinero nuestro, que ahora se achica y agosta injustamente, obligándonos con ese Congreso malvado, obediente no a su razón de ser sino a lo que le ordena un poderoso partido político creado por Juan Bosch para servir al pueblo. Al pueblo llano. Al pueblo todo.

Medina nos trajo la lucesilla de una vela de esperanza que un viento maligno se empeña en apagar. Ya no existen peligros de golpes de Estado. Hace mucho que desaparecieron. Cuando  “poderosos” generales de los tiempos de Balaguer intentaron una renuncia masiva, el impasible mandatario simplemente dijo: “Que renuncien” y jugó con ellos. Después, el presidente Antonio Guzmán barrió con los generales y altos oficiales inconvenientes, y no sucedió nada. (“Ah, fueron los Yankees”) dijeron los despectivos desconocedores del valor de Guzmán.

¿A qué temerle ahora un presidente dominicano?

Yo diría que a no hacer lo que prometió.

La vigorosa acción correctiva contra el desorden, el latrocinio y la impunidad rampante y ahogante. En fin.

“Hacer lo que nunca se hizo”.

Que suceda, para bien, lo que nunca sucedió.

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