Cuando José Saramago
vino a Santo Domingo

Cuando José Saramago<BR>vino a Santo Domingo

En interés de dar a conocer en nuestro país a los más altos representantes de las letras universales, ha sido tradición de la Fundación Corripio, desde su origen, invitar a notables personalidades literarias para disertar sobre los temas medulares de su oficio.

Recordemos la presencia de la brillante escritora catalana Rosa Regás, Premio Planeta 2001 por su novela “La canción de Dorotea”, quien se presentó varias veces para deleite de quienes fuimos a escucharla; o, mucho antes, de Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura 1989, quien por invitación expresa de la Fundación estuvo unos días entre nosotros al año siguiente de recibir el máximo galardón que se otorga en todo el mundo a un escritor. En esa oportunidad, el escritor dio dos conferencias magistrales, amén de una rueda de prensa donde se lució con sus incisivas ocurrencias y parte del extenso anecdotario personal que le había hecho tan famoso como su propia obra.

Fundación Corripio. En febrero de 2001, cuando la editorial Alfaguara trajo al país al extraordinario escritor lusitano José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, para presentar su última novela “La caverna”, la Fundación Corripio aprovechó  para invitarlo a disertar en el auditorio principal del Banco Central de la República Dominicana, donde sedujo al numeroso público que asistió, gracias a esa mezcla inconfundible de honestidad intelectual y reciedumbre ética, de sencillez y humor vitriólico. Saramago venía acompañado de una estela de éxitos narrativos, sobre todo por sus obras “Memorial del convento” (1982), “El año de la muerte de Ricardo Reis” (1984), y la controversial novela “El Evangelio según Jesucristo” (1991), cuyo contenido generó polémica y provocó el enfrentamiento del autor con la ortodoxia católica de su país, motivo por el cual decidió abandonar Portugal para establecerse en la isla de Lanzarote, en las Canarias, donde permaneció hasta el día de su muerte, ocurrida el 16 de junio de 2010.

 Interés. Recuerdo como ahora el vivo interés que suscitó en nuestro país cuando Saramago obtuvo el Premio Nobel. Entonces leí sus obras, que encontré profundas y distantes de toda intención demagógica. Sus novelas, lejos de la literatura “light” con que pretenden cautivarnos los “best-sellers” de moda, son obras complejas, críticas, implacables, dirigidas siempre a lectores instruidos. Incluso las más populares, como “Ensayo sobre la ceguera” (1995), o “Ensayo sobre la lucidez” (2004), son obras que requieren del lector no sólo concentración, sino cierto bagaje intelectual.

 Saramago, nacido en Azinhaga, Portugal, el 16 de noviembre de 1922, provenía de una humilde familia de campesinos sin tierra, hecho que dejó en él una profunda huella, lo cual explica en parte su actitud rebelde, su ateísmo, su filiación comunista a partir de 1969, y su constante cuestionamiento de las trampas del poder político. Sus  declaraciones a la prensa impactaban por su desnudez y su valentía. Respondiendo a preguntas del público en su comparecencia en Santo Domingo, Saramago, para quien la literatura “es un intento de entender el universo”, reafirmó su ateísmo, y al referirse a los problemas más graves de la humanidad, manifestó que “la ignorancia y el hambre son los grandes males del mundo”. Asimismo, criticó a los países ricos, y al abordar un tema de gran actualidad entre los dominicanos, expresó que “los políticos son los responsables de cambiar el mundo, pero no lo hacen”.

 En su juventud, Saramago desempeñó numerosos oficios –herrero, empleado de seguros, periodista, traductor de autores franceses y rusos–, pero su vocación profunda era la literatura. Fue en verdad un escritor tardío aunque había publicado en 1947, a los veinticinco años, su primera novela, “Tierra de pecado”, precisamente el año en que nació su primera hija, Violante, pero se mantuvo en silencio las dos décadas siguientes. Por tanto es un auténtico ejemplo de brillantez narrativa y tenacidad intelectual, ya que sus grandes obras las escribió pasados los sesenta años de edad. El Premio Nobel no hizo más que acicatear su creatividad, llegando a publicar después casi una decena de obras más. Falleció a los 87 años, a causa de una leucemia crónica. En el sepelio, su esposa, la española Pilar del Río, leyó unos fragmentos de “El Evangelio según Jesucristo”. La Fundación Corripio considera como una sensible pérdida para las letras universales el fallecimiento de José Saramago. Afortunadamente, nos queda el legado de su extraordinaria obra.

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En República Dominicana

En su visita a República Dominicana en el 2001, la Fundación Corripio lo  invitó a disertar en el auditorio principal del Banco Central, donde sedujo al numeroso público que asistió con su brillante intervención

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