Cuando la Fama es de pacotilla

Cuando la Fama es de pacotilla

“Se transmite lo que se tiene.  Se comunica lo que se vive. El aire que se respira es el que dejas a tu alrededor. Las sonrisas sinceras son las que tienen alas… Nos llenamos de lo que vemos, de lo que oímos, de lo que vivimos y damos de los que estamos llenos, no dicen nada las palabras vacías, nacidas en la cabeza y pronunciadas solo con los labios, sin embargo, algo de nosotros se entrega al estrechar las manos, la tensión o la paz, la simpatía o el desagrado”.

Matilde de Torres, Cuando el silencio habla

Agobiada de leer las noticias políticas y económicas del mundo, volví mi vista hacia las noticias Light.  De nuevo me encontré con la fea, poco elegante, vulgar y burda rubia llamada París (¡Qué insulto para la ciudad luz!), famosa por su apellido Hilton y por su vida desvergonzada, despreocupada y vacía.  Al ver cómo la prensa rosa resalta los “acontecimientos” de su ligera asistencia ¿cuál es el mérito de esta mujer para que cada paso sea una noticia de primera fila? Y la respuesta es sencilla: ninguno. 

Seguí hojeando la revista y de nuevo apareció en las noticias a la pobre Britney Spears, una joven y talentosa cantante, dañada por la fama.  Su vida amorosa ha sido objeto de cientos y cientos de noticias.  Los eternos paparazzi hacen su vida un infierno. ¿Acaso esta gente no piensa en el daño que causa? ¿Vale más la espectacularidad de una foto que la vida de la persona perseguida?  ¡De nuevo la mercancía! En esta sociedad todo se compra y se vende, hasta la miseria de los propios ídolos/monstruos que ella misma crea. ¡La vida privada de esta gente es una mercancía apetecible y codiciada en el mercado de anti valores de una prensa rosada, injusta, impropia y degenerada!

Entonces pensé en nuestras París Hilton.  Recordé la primera y hasta ahora única vez que he participado en unos premios Casandra, marzo del 2004. El monólogo ¡Yo soy Minerva! Que escribí para mi amiga Edilí, había sido nominado en la categoría Mejor Obra de Teatro. Acostumbrada a eventos académicos, me sentí extraña en ese ambiente de farándula.  Una de las “divas” de la televisión hizo su entrada triunfal al teatro. Un vestido transparente dejaba poco a la imaginación. Se veía feliz porque acaparaba las luces de las cámaras. ¿Su mérito? Tener un cuerpo espectacular ayudado con el bisturí y unos senos fabulosos gracias a la silicona. Cuando terminó el espectáculo, observé como la prensa del espectáculo rodeó a otra de las “divas”. Tenía un ceñido vestido amarillo pollito, con un escote que apenas cubría sus pezones.  ¿Su merito? Exhibirse en uno de los programas de la TV y tener tormentosas relaciones amorosas con unos de los merengueros de la época.  Salí presurosa del Teatro Nacional. Tenía  demasiados insumos para escribir y reflexionar sobre la fama de pacotilla.  Nuestra prensa nacional reproduce las mismas miserias que la prensa internacional.  Nuestras París Hilton, se pasean por sus páginas y sus pantallas exhibiendo sus cuerpos voluptuosos y por supuesto, su escasa dicción, y no digamos formación. ¡Tremendo círculo vicioso el que tenemos! Cazadores cazados, presas cazadas y presas buscando ser cazadas.

 

Al hacerme las preguntas empecé a reflexionar.  Recordé un viejo proverbio chino taoísta que dice: no hagas las cosas para ser reconocido. Trabaja, trabaja y será tu trabajo que el reconocimiento llegará después.  Pero esta sociedad del espectáculo no lo piensa así.  Peor aún, los medios de comunicación se encargan de reproducir esos anti valores sociales. ¿Qué le estamos  mostrando a los jóvenes?  Que en esta sociedad la honradez, el trabajo tesonero, el esfuerzo propio, son valores propios de los lerdos.

Quizás ya estoy vieja, y tenga un marco conceptual atrasado.  Pero todavía defiendo los grandes valores que han dado vida y vigencia a la humanidad.  Valores que han permitido las grandes transformaciones humanas.

¿Se puede comparar a la Madre Teresa de Calcuta con París Hilton?

¿Se puede comparar a Salomé Ureña con una de las “divas” de pacotilla?

¿Se puede comparar a Britney Spears con Monserrat Caballé?

¿Se puede comparar cualquiera de esas divas, yo digo, anti/mujeres, con Ercilla Pepín?

¡Qué sociedad la que nos hemos gastado! 

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