Cuando la intolerancia es una enfermedad

Cuando la intolerancia es una enfermedad

La incapacidad de tolerar la diversidad cultural, étnica, de opción sexual, etaria o de género que se expresan en los diversos espacios físicos o sociales en la presente época constituye una manifestación de una nueva patología colectiva o individual. La intolerancia, vestida de xenofobia y racismo, de algunos sectores nos sumergen en el ridículo internacional y poco a poco en un letal veneno que está matando el alma nacional.

Cómo no indignarse, cuando uno ve u oye los desgarradores testimonios de dominicanos de origen haitiano, que tienen años reclamando la expedición de sus documentos de identidad que por ley les corresponden? Algunas mujeres lo reclaman para inscribirse o inscribir sus hijos en centros educativos, otras para viajar o para casarse; muchos beisbolistas para firmar con un equipo de grandes ligas, dándose el caso de algunos que han visto pasar su tiempo y juventud y perder millones de dólares porque no pueden firmar sin la documentación que, perteneciéndoles por ley, se les niega.

Todo aquel que hoy demanda sus documentos los poseía legalmente y en su momento les fueron expedidos por la Junta Central Electoral. Son y siempre han sido dominicanos por derecho, justicia e identidad con la tierra y entorno que los vio nacer y crecer. Cómo no indignarse ante semejante acto de negación de justicia y de derecho. Cómo decir que no son nacionales dominicanos si la ley ha sido taxativa en ese sentido? Sólo una enfermedad del alma individual evita ser sensible ante ese drama. Sólo la indolencia, la ignorancia o lo que es peor: la irresponsabilidad impide ver que esa enfermedad se hace social y corroe el alma nacional.

Con la promulgación de la Ley 168/13 se pretendía una “solución final”, al tema de los dominicanos de origen haitiano, despojando de su nacionalidad a más de 200 000 personas que nacidas en el territorio nacional, según la Constitución del 2010, son dominicanos. El drama provocado por esa Ley determinó un revuelo nacional e internacional de tal magnitud que se recurrió a la Ley 169/14 y su Reglamento, para resolver el referido drama.

Sin embargo, la JCE, ha empleado diversos obstáculos y sólo un 1% de los afectados por la sentencia 168/13 ha podido ser beneficiado por la 169/14 y su Reglamento. De ese modo, se da satisfacción a los sectores ultranacionalistas, auspiciadores de esa “solución final”, de ese apartheid, o ghettización propias del nazis/fascismo. Junto a esa táctica dilatoria, estos sectores utilizan las mentiras y los más soeces calificativos tanto a los despojados de sus papeles, como a quienes de una u otra manera defendemos sus derechos.

Esa patológica actitud los ha llevado al extremo de exigir la expulsión del país de un organismo de la Naciones Unidas, como la ACNUR, porque cumple con su deber de proteger a los desnacionalizados. Cómo no indignarse ante el hecho de que esos grupos sigan creándole problemas al país y poniéndonos en ridículo en el plano internacional, contando con la pasividad complaciente del presidente Medina, de Leonel Fernández y del partido de gobierno?

La intolerancia, fruto de la ignorancia y la perfidia entronizadas en este país nos ha enfermado como sociedad.

 

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