Cuando la isla estuvo del revés

Cuando la isla estuvo del revés

MARIÉN ARISTY CAPITÁN
Eran las ocho de la mañana cuando me sorprendí rodeada de agua. Todo flotaba. Mi cama, el despertador, el celular, la nevera, el comedor… todo estaba anegado y, para mi sorpresa, a mis pies se veía un montón de tierra seca.

Me di un rápido secado, en una cápsula especial, y salí de casa vestida con un traje a prueba de agua. Subí a mi lancha, sorteé mil caminos extraños y llegué a un muelle donde, me dijeron, ahora trabajaba.

Encerrado, el periódico estaba a unos metros de profundidad. La vida, en medio del agua, había cambiado nuestras costumbres. Y yo, que apenas regresaba de un exilio voluntario en España, aún no sabía bien cómo desenvolverme. Pero la isla, de repente, estaba al revés: donde antes había tierra ahora había agua; donde hubo agua, tierra; las casas, subacuáticas y el mundo, distinto, se percibía a través de los cristales.

Cuando pregunté por qué había cambiado todo, alguien me respondió: la sociedad estaba tan invertida que, a falta de un mecanismo para enderezarla, los ciudadanos entendieron que era más fácil invertir lo que le rodeaba.

Todo comenzó con la construcción del Metro, un sistema de transporte que costó lo mismo que habría costado arreglar todas las escuelas, equipar todos los hospitales, arreglar las carreteras y resolver la mayoría de los problemas que aquejaban el país. Es que, sólo en los primeros diez meses del 2006 se gastaron los tres mil millones de pesos que le hacían falta a Educación para resolver los problemas de infraestructura de las escuelas (mil quinientos para terminar las que tiene la cartera y otros mil quinientos para terminar las obras que estaban en manos de la Oficina Supervisora de Obras del Estado).

A partir de este proyecto, los dominicanos se convencieron de que tenían un país muy rico. También ayudó el que, después de años subvencionándoles, el gobierno decidiera dejar de dar dinero a las ONG’s de los legisladores (un práctica a la que destinaban trescientos millones de pesos al año).

Pero este gasto todavía no representaba nada en comparación con los millones que se han ido quedando en manos de particulares: no ha habido estafa, por más obvia que sea, que haya sido castigada. Es que para eso existen las enfermedades que, de forma repentina, aquejan a cada acusado para liberarles automáticamente de su pena.

Fue así, me contaron, que el caso de Nathalie Cabrera se evaporó de la justicia a pesar de que los materiales didácticos que había desviado de la cartera educativa fueron encontrados en una casa de su propiedad.

Hay muchos otros abusos que nunca llegaron a la justicia. Son aquellos que cometieron los funcionarios, banqueros y empresarios que, valiéndose del dinero del pueblo, amasaron grandes fortunas. También los de las grandes compañías que, como las de electricidad, cobraban miles de pesos por un servicio que nunca daban.

Un buen día el pueblo se cansó y decidió pasar factura a todos y cada uno de los que le habían dañado. Como solución, al principio, pensó que lo ideal sería enjuiciarlos. Entonces se dio cuenta de que el sistema judicial era infuncional y que las cárceles no darían abasto.

Pensando y pensado, a un sabio se le ocurrió que lo mejor era desterrarlos y mandarlos a una isla lejana. Eso hicieron. Posteriormente, se dieron cuenta de que había que cambiar el sistema de vida. Y acabaron con la política, el clientelismo y la corrupción. Y el dinero sobró. Pero comenzaron las amenazas: como quedaban reminiscencias de los exiliados, todo indicaba que el pasado podía retornar.

Ante el peligro, llegó lo inevitable: poner la isla al revés y, al hacerlo, sacudir los viejos fantasmas del ayer. Tomar la decisión fue fácil. Construir sobre mojado, no. Pese a ello, se logró crear un mundo maravilloso, lleno de innovaciones, comodidades y, sobre todo, de los claros sentimientos de una Nación que está de acuerdo en luchar para ser mejor. En ese universo ideal me desperté esta mañana. Lo único malo fue que, al encender la computadora, desperté otra vez y descubrí que la isla aún era la misma.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas