POR DR. RAFAEL BELLO DIAZ
La obesidad constituye un importante problema en todos los países desarrollados debido a su alta prevalencia y a que es un importante factor de riesgo cardiovascular y para la diabetes mellitus, dislipemias, hipertensión, y para el síndrome de apnea del sueño. Asimismo es motivo de incapacidad debido a artrósis de rodillas y cadera.
FACTOR DE RIESGO
La obesidad se asocia a complicaciones médicas severas y los enfermos obesos tienen un mayor riesgo de morbimortalidad. En un estudio del Nurses Health Study, en el que participaron más de 100.000 mujeres, se encontró una correlación directa entre peso y mortalidad por todas las causas. Esta mayor mortalidad parece que está relacionada con las siguientes enfermedades:
– Diabetes mellitus de tipo 2.
– La obesidad influye directamente en la aparición de diabetes de tipo 2. La causa parece ser una alteración en el funcionamiento del receptor de insulina, lo que condicionaría una hiperinsulinemia compensadora. Posteriormente llegaría un momento en que el páncreas se agotaría y las cifras de glucosa en sangre se elevarían.
OBESIDAD Y CÁNCER
Los estudios epidemiológicos han demostrado que la obesidad es factor de riesgo de algunas neoplasias. En la mujer obesa está incrementado el riesgo de carcinoma de endometrio, mama, ovario, cuello uterino, vesícula y vías biliares. En concreto, la obesidad abdominal y la ganancia de peso se consideran responsables del aumento del riesgo de cáncer de mama posmenopáusico. Los estudios epidemiológicos muestran que la obesidad durante los años de la adolescencia es un factor protector del cáncer de mama, pero la perpetuación o la aparición de la obesidad después de la adolescencia es factor de riesgo, posiblemente a través de las concentraciones aumentadas de insulin growth factor y de la hiperinsulinemia, que podrían interaccionar con los receptores estrogénicos de la mama.
En las obesas, es conocido que el aumento de los depósitos grasos produce un exceso de ácidos grasos libres y de factor de necrósis tumoral alfa, y ambas sustancias están involucradas en la resistencia a la insulina. La hiperinsulinemia parece que puede favorecer la actividad proliferativa e invasiva de las lesiones preneoplásicas, como el carcinoma ductal in situ. Por tanto, la disminución de peso, combinada con un programa de ejercicio, podría disminuir las concentraciones de estrógenos e insulina en las mujeres obesas, y disminuir su riesgo aumentado de cáncer del seno.
RIESGO CARDIOVASCULAR
En estudios se encontró que la obesidad era un factor de riesgo independiente de cardiopatía isquémica, hipertensión arterial y de dislipemias. Este aumento del riesgo se produce en la obesidad androide o abdominal.
OBESIDAD Y AUMENTO DEL RIESGO QUIRÚRGICO
La cirugía en personas obesas tiene una mayor morbilidad debido a posibles complicaciones anestésicas y pulmonares posquirúrgicas. Además, son frecuentes las complicaciones y los abscesos en la herida quirúrgica, con mayor frecuencia de dehiscencia de suturas.
OBESIDAD Y ARTRÓSIS
El peso excesivo, soportado durante años, supone una sobrecarga de las articulaciones y se ha relacionado con la artrósis de rodillas y con la de caderas, que puede llegar a ser muy incapacitante.
ALTERACIONES PSIQUIÁTRICAS
Los estudios demuestran que casi la mitad de los pacientes obesos presentan patología psiquiátrica. Además, hay que destacar la discriminación que padece la mujer obesa en nuestra sociedad.
Obesidad y alteraciones endocrinológicas y metabólicas. Efectos del ciclo menstrual sobre la ingesta de comida y el gasto energético.
En la mujer se ha relacionado con trastornos menstruales, hirsutismo, exceso de andrógenos, ovarios poliquísticos e infertilidad. Los cambios de las concentraciones de estrógenos y progesterona que se producen a lo largo del ciclo menstrual parece que afectan a la ingesta energética, a la preferencia por comidas ricas en grasas o en carbohidratos y al gasto energético.
Además de afectar a la ingesta energética total, los cambios hormonales cíclicos también parecen afectar a la preferencia por ciertos macronutrientes.
Los altos niveles de estradiol durante la fase folicular parecen asociarse por incremento del apetito por los sabores dulces con disminución de las grasas. En la fase luteal, aumenta la preferencia y la ingesta de grasa. Igualmente, en mujeres se han comunicado aumentos de la preferencia por los dulces en la fase folicular y periovulatoria.
Además, cuando se ha estudiado el gasto energético a lo largo del ciclo menstrual, parece que este es más elevado durante la fase luteal.
DURANTE EL EMBARAZO
Es un hecho conocido que la paridad se asocia con mayor peso corporal. Hay que destacar que, entre las mujeres obesas, más del 70% refieren retención de peso de > 20 libras luego del parto. Entre los factores que influyen en el desarrollo de obesidad durante el embarazo se encuentran los siguientes: La ganancia absoluta de peso durante el embarazo, el peso previo (preembarazo); el momento de la ganancia de peso durante la gestación; la raza; el nivel sociocultural; el ejercicio durante el embarazo; la picadera; el tiempo de intervalo entre los embarazos; el abandono del cigarrillo y los hábitos alimentarios.
EN LA MENOPAUSIA
La ganancia de peso que se produce frecuentemente durante la menopausia se asocia a un cambio en la distribución de la grasa corporal y se asocia a un aumento del riesgo de hipertensión arterial, elevación de los niveles de lípidos plasmáticos y resistencia a la insulina.
Sería de esperar que, dadas las evidencias que relacionan las hormonas sexuales femeninas con el comportamiento alimentario, la llegada de la menopausia supusiera cambios en el comportamiento alimentario.
La mayoría de los estudios poblacionales han demostrado un aumento significativo del peso con la menopausia.
Numerosos estudios han demostrado que la obesidad abdominal es la que se asocia a aumento del riesgo metabólico y cardiovascular. La causa fisiológica de este cambio parece ser una actividad disminuída de la lipoproteína lipasa en los adipocitos femorales y una pérdida de la respuesta lipolítica de los adipocitos mamarios y abdominales que se encuentran en la mujer fértil. El tratamiento hormonal sustitutivo con estrógenos en las mujeres posmenopáusicas restablece la actividad de lipoproteinlipasa de los adipocitos femorales, y por tanto, las mujeres que los siguen tienen incrementos más pequeños de la grasa abdominal.
Con respecto a la distribución de la grasa y a sus efectos como factor de riesgo cardiovascular, es necesario considerar el efecto nocivo de los andrógenos: es conocido que los andrógenos circulantes se correlacionan de forma positiva con la obesidad abdominal en las mujeres.
En resumen, los efectos asociados a la ganancia de peso en la menopausia no se conocen por completo. Además, debido a que las hormonas sexuales afectan al comportamiento alimentario y a las preferencias de la comida, es posible que exista un aumento de la ingesta. El tratamiento estrogénico puede ser útil en prevenir el aumento de la grasa abdominal.
Son necesarios más estudios para aclarar los efectos de los cambios de las hormonas sexuales sobre el comportamiento alimentario y la ganancia de peso. Solo así podremos disminuir el riesgo elevado de mortalidad de las mujeres obesas.