Cuando la política daña el buen arte

Cuando la política daña el buen arte

“Yo solo voto la basura en mi casa”. Esa frase la dijo Johnny Pacheco en el memorable conversatorio que el grupo León organizó en su maravilloso centro cultural de la ciudad de Santiago, y donde recibió varios reconocimientos.

El legendario músico se refería a su negativa a participar en actividades políticas.

Aunque creo que Pacheco exageró en su comentario, creo que tiene razón en algunos aspectos. Cuando los artistas se embriagan en el proselitismo político dividen la muchedumbre de admiradores que con sus propuestas han logrado.

Precisamente, fruto del desbordamiento de pasión política ocurrió un hecho muy lamentable. Esto fue en Puerto Rico, en un concierto de “Las Estrellas de Fania”, orquesta que Pacheco ha dirigido desde su formación. Recuerdo que aquella nota amargó mi existencia. No pude disfrutar de aquel concierto de la manera en que me lo había propuesto.

No podía creer que Celia Cruz había sido opacada por el rechazo masivo de un público indignado que reclamaba la presencia del cantante Andy Montañez, quien se negó a compartir escenario con la “Guarachera de Cuba” tras ella respaldar, tres años atrás, un boicot de un sector del exilio cubano en Miami por el abrazo con que Andy recibió en Borinquen al cantautor Silvio Rodríguez, símbolo de la revolución cubana.

Fue la única vez que vi en persona a la reina, pero no vi el rostro alegre que los videos me ofertaban. A pesar de que mostró profesionalismo y veteranía al interpretar sus éxitos se veía muy mal. Al final, se limito a decir: “Gracias

Los quiero mucho”. Abandonó el escenario y no participó en la última parte del concierto, donde todos los cantantes rindieron un tributo a Héctor Lavoe, e interpretaron el famoso “Quítate tú pa’ponerme yo”. Un hecho muy lamentable, y todo por el fanatismo político, que cegó, tanto a Andy, como a Celia.

Posteriormente sanaron las heridas, y ambos soneros se profesaron admiración y cariño. ¡Qué bueno!

Otros que no han querido presentarse juntos, nisiquiera encontrarse en un pasillo, son Chucho Valdés y Arturo Sandoval, considerados el pianista más revolucionario y el trompetista más influyente de estos tiempos, respectivamente. Ambos son cubanos. Juntos vivieron la época dorada del grupo Irakere. Protagonizaron el momento más alto, tanto en popularidad, como en creación musical, que haya tenido este conjunto. No se puede dudar que en el pasado Festival de Jazz celebrado en Puerto Plata, se haya hecho la diligencia para juntarlos. Pero eso ha sido imposible, porque a pesar de caminar juntos por la afrocubanía musical, sus senderos políticos son diferentes. Es por eso que resulta casi imposible plantear la idea de juntarlos. Que vaina!

Por eso creo que Pacheco sí transita la mejor vía. Puedes acariciar tus ideales, pero nunca sacrificar el arte, que ha demostrado ser más puro que la política. Qué maravilloso sería ver un reencuentro entre Chucho y Arturo, y

llamar a Paquito D’ Rivera para recordar los grandes momentos de Irakere. O qué hermoso hubiese sido ver a Andy sonear junto a Celia y los demás cantantes de la Fania. Pero la plaga de la política dañó aquella noche.

“El arte es esa mínima expresión de nuestra fantasía que hemos conseguido enjaular para mostrar al mundo. (Juanan Urkijo).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas